La consigna dada por Mercedes, a quien mando un abrazo muy fuerte desde aquí, era escribir el final de una historia que empezó ella misma. Puse tanto interés en este reto que publiqué el escrito una semana antes de tiempo, menos mal que me avisaron y lo reprogramé.
Este es el último párrafo del texto de Mercedes:
"En el banquillo, los dos ´Romeos´. La suerte estaba echada.
Miré a ´la locura´; luego, a mi alma gemela. Volví a
mirar a uno... al otro...; segundos densos en los que nos jugamos toda una
vida (a los quince años).
Elegí ´la locura´.
...Prudencio (el que decía mi amiga que era mi alma gemela) no volvió por el barrio; ni me esperó más a la salida del colegio. Tampoco pude conservar el anillo que me regaló. ´La locura´ dijo que tenía que tirarlo a la basura; y como antes no había contenedores, lo saqué del dedo y lo lancé a los jardines del paseo.
Aquella noche, recuerdo que lloré."
Final de la historia narrado por la amiga de la protagonista:
Ese hecho cambió la vida de Dulce. El despecho, la juventud y los malos consejos de ‘La locura’ la indujeron a escaparse de casa con aquel chico que ni siquiera le gustaba. A mi no me seducía la idea, aún así, como es mi mejor amiga la ayudé. No fue difícil, convinieron en encontrarse a la salida del colegio, en el kiosco. Distraje al resto de compañeras mientras ella se quedaba comprando una goma de borrar y en cuanto doblamos la esquina de la calle, aprovecharon para correr hasta la estación. Con lo puesto, sin apenas dinero y cargados de ilusión e ingenuidad subieron al primer tren. Respirando libertad se sintieron dueños del mundo; sin embargo al oscurecer el sentimiento de culpa y la inseguridad se adueñaron de mi amiga. —No tengas miedo, princesa. Buscaré trabajo y cuidaré de ti— dijo él muy seguro y optimista. Ella le creyó.
Para cenar se repartieron un bocadillo de queso y una coca-cola que él compró en un bar. A los quince años esos detalles importaban poco, incluso parecían románticos. Se dispusieron a pasar su primera noche tumbados en la rígida madera de un banco de la estación; juntos, abrazados, como novios... La aventura amorosa no duró mucho, sus padres dieron parte a La Guardia Civil y los encontraron a las pocas horas. Al día siguiente todo el barrio hablaba de lo mismo, nadie esparaba que Dulce, una niña educada en un colegio de monjas, se fugase y pusiera el nombre de su familia en boca de todos. Para silenciar habladurías los padres aplicaron una solución muy usada en esos años; orquestaron una boda rápida y de ese modo quedó el tema resuelto. Así es como mi amiga se vio casada con sólo quince años. ‘La locura’ se transformó poco a poco en obsesión; su flamante marido pasó de paladín a carcelero y con más sombras que luces discurrió su vida común, por suerte hace seis años tuvo a bien dejarla viuda. No tuvieron hijos.
De Prudencio no supe nada hasta el domingo pasado. Dulce me contó que lo encontró en el mercado, estaba retorciendo alambres en un puesto de esos de artesanía en el que venden collares, pendientes y toda suerte de abalorios. Al principio no lo reconoció, todos hemos cambiado mucho; fue al ver en su dedo meñique una sortija como la que ella tiró en los jardines cuando lo supo. Entonces le habló de aquella tarde jugando a la pelota, de su anillo, de ‘La locura’... Él le explicó por qué no regresó por el barrio y es curioso, los años pasan, la piel se arruga; pero ciertas emociones nunca cambian. Quedaron en verse de nuevo. Yo sabía que eran almas gemelas.
* * * *
Podéis leer más finales para esta historia u otras de los quince años en
"La plaza del Diamante" donde Alfredo nos guía en este recorrido literario.
Me alegra mucho que hayas disfrutado de tus vacaciones, amiga Ardi. Y retornas con animos y entusiasmo. Me alegra enormemente.
ResponderEliminarBesos,
Luis.
ardilla...
ResponderEliminarjajaj
pido perdon por este mi comentario...jaja..
mira, alfredo me comentaba asi mi sabado de mercedes:
Querido Gus:
Si, ya se que tu eres así, ácrata donde los haya, espontáneo como un niño, libre como el viento e inquieto como el muelle de un somier... pero, ¡¡JODER!! que estamos a 24 y el relato es para el 4 del mes que viene.
jajjaj....
sin palabrass
mi besossss
ups!! jajajajaja
ResponderEliminarArdi, gracias por el paseo.
ResponderEliminarUna conclusión habitual, teniendo en cuenta lo dispersos que resultamos a los 15 años.
Un sueño, que su momento más excelso fue compartir un banco de la estación.
Y unos padres... que ¡ya les vale!
Besos
Me quedo contenta con ese encuentro final. Es romántico, porque a pesar de los años....seguimos siendo los mismos capaces de cometer esas locuras de los 15. Me gustó volver a leerte y homenajear a Mercedes con este paseo.
ResponderEliminarUn beso
...además me gustó que fuera otro punto de vista, el de la amiga. La visión se vuelve más completa...
ResponderEliminarBonito final. Saludos Ardilla,
ResponderEliminarDespues de tantos avatares, "tuvo a bien dejarla viuda" jajajaja
ResponderEliminarEres genial... ya me veo yo al hippie fabricando anillos de hojalata para otras historias.
Un besoteeee
En verdad, que algún impulso muy intenso me ha llevado en estos días a haberme imaginado un camino nuevo y de ventura.
ResponderEliminarIncluso a mi edad, cuando ya no habré cumplido aquellos dieciséis.
El riesgo en nustras aventuras, sin embargo siempre existe.
Tésalo.
Gracias a todos por vuestra visita y comentarios.
ResponderEliminarA los quince años la inexperiencia nos impulsa a cometer errores. Con los años todo es más pausado; aunque yo creo que esas cosquillas tontas provocadas por quien te atrae, no se pierden nunca.
Abrazos.
PD- creo que las entradas de mi blog no se actualizan (no sé el motivo) por eso en muchos blogs sigue apareciendo la entrada de hace una semana. Estoy pendiente de a ver qué me solventan en el foro de Ayuda.
Por fin a alguien se le ocurre un final que, aunque no final del todo, deja una puerta abierta a la felicidad; un final optimista.
ResponderEliminarYo también había escrito un final pero como Mercedes lo canceló... No sabía que habías decidado tirar con esto para adelante.
Me alegro; es un buen homenaje, buenísimo para ella.
El final que se me ocurrió a mí era durísimo. Cien veces mejor este.
Un beso y feliz rentrée (¿dos "e"?)
Uy!!! te encontré este relato por casualidad cuando he entrado a ver esos dibujos tan lindos para los peques. El otro dia cuando entre en el blog de Alfredo no te vi y ahora me alegro de esta casualidad porque que me ha encantado tu continuación-final. Las alamas gemelas se llaman asi por algo, y la amiga lo sabía.
ResponderEliminarMr alegro de que estemos de nuevo por aqui.
Un beso
No te vi porque etara en las nubes, porque tu nombre aparecia alli....¡que mal!
ResponderEliminarPerdona
Besitos
Me ha gustado el final, y te diré, que en la vida real también ocurren cosas así aunque parezca extraño. Yo conozco un caso, distinto, pero semejante.
ResponderEliminarBesitos.