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lunes, 30 de octubre de 2023

El chico de la piscina 3/3

 

Otoño de 2023

Dice el escritor peruano Everaldo Rodas que "los amores de alma siempre se volverán a encontrar, sin importar el tiempo que pase y el lugar donde se encuentren".   Una afirmación que puede dar lugar a debate, aunque sinceramente, yo lo creo.  

Hay amores interesados, amores carnales, amores fraternos, amores de verano….  Y están los amores de alma; que se incrustan, que la impregnan, que permanecen pegados a ella  como la esencia de un perfume en las paredes del frasco. Pasarán días, meses, años… El aroma te atrapará cuando destapes el tarro. 

Puedo decir que en todos estos años no me ha faltado amor. Me ha querido mi familia, mis hijos, mis amigos, los niños que he cuidado, disfruto del amor incondicional de mi nieto…  Sin embargo he comprobado que hay emociones que sólo se activan con el primer amor.

Cuarenta  años es una vida, y llegado el otoño de la mía, jamás creí verme en una situación semejante. Quienes tenemos redes sociales, sabemos que hay gente muy desesperada, aburrida, o falta de cariño, que piensa que una es tonta, o está igual de atormentada.  No sé si sentirme halagada o molesta, pero lo cierto es que no pasan dos días en que un personaje de estos no reclame “mi amistad”.  

El pasado 10 de septiembre apareció en mi Messenger de Facebook un usuario. Al principio pensé que era otro más, pero comenzó a preguntar que si había vivido en cierta localidad, si era nacida en tal sitio, si tenía este pariente… Y no voy a negar que cierto grado de preocupación se apoderó de mi, porque él sabía muchas cosas de mi y yo no le conocía. Entonces me muestra una foto mía de carnet de mi época de estudiante y en la que no contaba más de dieciséis años. El nombre de esa persona me sonaba, aunque no lograba saber de qué. Creí que era algún compañero de instituto con el que intercambié fotos al llegar el final de curso. En aquellos años era algo habitual. Y me dijo que no, que ni él me conocía de nada, ni yo a él tampoco. 

–  Entonces ¿Por qué tienes esa foto? inquirí con cierto nerviosismo.  

–  La foto no es mía. Es de un buen amigo que apenas usa las redes sociales y me ha pedido ayuda para encontrarte. Y si no te opones le diré que te escriba. 

– Bien, ¿Cómo se llama tu amigo? pregunté intrigada. 

–  Miguel Plaza Sarmiento.

Después de tantos años sin pronunciar su nombre mi pulso se aceleró. Y no diré que fue de repente, pero poco a poco se fueron desvelando recuerdos que creía perdidos para siempre.  Afloraron en mi mente imágenes claras, otras muy difusas, cubiertas tal vez por el polvo del tiempo, pero de huella profunda e imborrable. 

Y cuando alguien de tu pasado te busca después de algo más de cuarenta años, es porque sin duda tiene algo importante que contar. De modo que por supuesto y nuevamente, acepté. Le di permiso para que me escribiera. 

Miguel se disculpó ante todo por irrumpir así en mi vida, ambos tenemos nuestras familias, pero necesitaba decirme lo que ha estado guardando para sí estos años. Quería saber qué pasó. Por qué esta historia que pudo ser una, se convirtió en dos paralelas.

Hemos intercambiado, esta vez si, incontables cartas intentando dar luz a puntos ciegos de la memoria, compartiendo algo de nuestra vida actual, recordando los momentos vividos, e imaginando a veces, qué hubiera sido de nosotros si el destino nos hubiera tratado de otro modo.

Miguel necesitaba decirme muchas cosas. Que estuvo, ha estado y siempre estará enamorado de la chica de ojos verdes que le robó el corazón hace cuarenta años. Que ha guardado mi foto en secreto toda su vida. Que lo hubiera dado todo por mi, incluso su empresa y que se hubiera casado conmigo para formar una familia.

También me ha contado la infructuosa búsqueda que ha llevado hasta el día que su amigo me encontró. Miguel, entonces sin redes sociales, se desplazaba en tren recorriendo cientos de kilómetros, para un día encontrarme por casualidad en un bar, en la estación, en la piscina... Nunca nos dimos las direcciones, pero él sabía en qué barrio vivía yo. Algunas veces montaba guardia en su coche durante horas por si me veía salir de casa. Preguntó a mucha gente por mi; en el pueblo, en el barrio, incluso a algún familiar mío. Y nadie, nunca, le dio razón alguna de mi. Ni tampoco a mi me hablaron de él.  Es algo que no logro explicarme. 

Cuando llegaron las redes sociales me buscó en Internet sin resultado alguno tampoco. La culpable sin saberlo fui yo misma. Nunca he sido dada a exponer mi vida en la Web, ni a desvelar muchos datos sobre mi persona. En Facebook fui Ardilla Roja muchos años. No lo ha tenido nada fácil, la verdad.  

Me ha confesado además, que perdida la fe de encontrarme, me buscó en otras parejas. Por el color de los ojos, por el mismo corte de pelo, o por ser de complexión delgada. Se volvió tan loco, que estuvo a punto de abandonar a su novia de entonces por una yugoslava que conoció en un viaje a Italia. Sólo porque de algún modo esa mujer le recordaba a mi. Su amigo, el mismo que me localizó, impidió que cometiera tal disparate. Si alguna vez lee esto, sé que se reconocerá. Desde aquí le doy las gracias. 

Como declaración de amor, porque de esto va esta historia,  es la más directa, profunda, sincera y bonita que yo he escuchado en toda mi vida. Y como romántica irremediable que soy, he oído muchas en los cientos de películas que he visto a lo largo de los años.

Nuestra separación, hoy lo sé, fue muy sangrante y dolorosa para Miguel, mi chico de la piscina, mi primer amor verdadero.  Me apena mucho no haber conocido antes lo que he sabido ahora, porque probablemente la historia hubiera sido muy diferente.  ¿Por qué nadie me dijo nada? ¿Por qué todo el pueblo se puso de acuerdo en fastidiarnos la vida?  Es algo que no comprenderé jamás.   

Si casualmente hay jóvenes leyendo estas líneas, atended bien:  No os de miedo decirle a la persona que amáis, que la amáis. No os de vergüenza.  El amor es el alimento de la existencia. No huyáis nunca de él, porque la vida se va en un suspiro, creedme. Si calláis, la otra persona puede interpretar muy mal vuestro silencio. Los sentimientos no se adivinan, se comparten. De lo contrario, pasaréis por una realidad a medio gas el resto de vuestras vidas. Arriesgaos y abrazad el amor escrito con letras grandes. Y si sale mal, sale mal; pero ¿Y si no?

Miguel y yo, ahora estamos casi más cerca de la otra vida que de esta y no podemos hacer grandes planes, pero con nosotros queda demostrado que Everaldo Rodas tiene razón. Los amores de alma siempre vuelven a encontrarse, sin importar el tiempo y el lugar donde se encuentren. En nuestro caso después de cuarenta y tres años en un mundo impalpable y extraño, pero no deja de ser un lugar y siempre voy a estar agradecida.



6 comentarios:

  1. Una historia que deja el corazón encogido el alma repleta de felicidad. Creo totalmente en ese amor.
    Y como bien dices más tarde más temprano se vuelven a unir.
    Disfrutar del tiempo y la calidad de vuestros sentimientos. Un fuerte abrazo.

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    1. Hola Campirela.
      Así lo tengo yo. Encogido y repleto :-)
      Gracias por tu tiempo y tus palabras.
      Un abrazo.

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  2. Conozco una historia similar a la tuya , pero ellos han rehecho su histori adespués de 40 años.

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    1. Tracy, eso seria la guinda de la tarta. Pero bueno, lo importante es que ahora sabemos que estamos vivos, que podría no ser el caso. Sabemos donde estamos. Lo que haya de venir, vendrá.
      Gracias por pasarte y comentar.
      Feliz día.

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  3. Qué bueno lo que cuentas!!! Esos "amores de piscina" que tanto juego dieron en su día y que como muy bien dices, "quedaron muchos de ellos atrapados en el silencio". Por timidez, por el que dirá o qué dirán, por ese miedo que a nada llevaba. Sí, claro que sí: no guardar los sentimientos que a nada conduce el silencio. Buen consejo a los jóvenes. Muchas gracias por tu relato https://santidepaul.wixsite.com/santidepaul Y te contesto a tus lecturas en mi blog. Gracias por visitarme. Besos

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    1. ¡Hola Santi!
      Vengo ahora de tu blog.

      Me alegra que un escritor de novelas invierta su tiempo en leerme y además le gusten mis historias. Me anima mucho.
      Gracias por la visita y tu bonito comentario.
      Feliz día :-)

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