Como todas las tardes de las últimas semanas, en el andén de la vía 2 y con las manos en los bolsillos, camina hacia ninguna parte un hombre con chaqueta gris. Y como cada tarde, sentada en el banco que hay junto al kiosco de Mercedes, le sigo con la mirada. No sé su nombre, no sé nada de él. Es apenas un desconocido que diariamente compra un cupón de la Once, pero me gusta observar la gracilidad de sus movimientos, el mechón rebelde de sus cabellos, el moreno salvaje de su piel. Imagino la mirada que esconde tras sus gafas de sol, al respirar el enigmático aroma que deja a su paso; una mezcla de romero, pino y té verde.
En esta ocasión el tren de las 17:30h llega con puntualidad precisa. Quizás sea esta tarde, me digo mientras avanzo hacia la puerta de acceso, que al abrirse vomita una marea humana envuelta en una mezcolanza de olores de comida, tabaco, sudor, y algún perfume recién echado.
Elijo al azar un asiento con ventana y busco entre el gentío a mi desconocido. Lo he hecho mío, como el banco de la estación o el propio tren que tomo cada tarde.
– ¿Disculpe, está libre este asiento?
La pregunta me saca de manera súbita de mi tarea de búsqueda y al girarme veo al hombre de chaqueta gris señalando la plaza libre que hay junto a mí. Con ademán apresurado y torpe retiro mi chaqueta esbozando una breve y tímida sonrisa. Sin sorpresa, advierto con encubierto placer su anhelada e ignota mirada, que se desvela castaña y punzante por encima de los cristales de sus gafas oscuras.
El traqueteo del tren adormece a los viajeros y el tibio sol de las últimas horas de la tarde, inunda el interior del vagón de reflejos mortecinos de oro y ámbar. El tren llega a mi parada. Espero y observo. Bajan un grupo de estudiantes entre atropelladas risas. Nadie está en el andén y decido seguir el trayecto.
Mi compañero de viaje con los ojos cerrados y un periódico sobre las rodillas, reposa su cabeza en el asiento. Deseo que en su probable inocencia, sus ojos vuelvan a acariciar los míos. Quisiera hablarle, reclamar su atención con cualquier pregunta anodina, pero algo atenaza mi lengua e impide que salga de mi garganta, cualquier cosa que no sea mi propio aliento. Y le miro en silencio sin articular una sola palabra. Diez minutos más tarde, el tren casi vacío muere en la estación central de Barcelona-Sants.
-¡Adiós, buenas tardes! Saluda con parquedad al levantarse de su asiento.
Voy tras él hacia la puerta de salida. Lo sigo con la mirada unos instantes hasta perderlo entre el pulular de gente, que ajena a todo va y viene entre los paneles luminosos que anuncian horarios, retrasos y cancelaciones.
De los altavoces del hilo musical sale la voz de Ronan Keating cantando If tomorrow never comes. Tras una larga inspiración, me dirijo a las cabinas acristaladas en busca de un nuevo billete. Es hora de volver a casa.
Qué bien descrito está! Me encantaría seguir indagando sobre el misterioso señor de la chaqueta gris.
ResponderEliminarBesos.
Hola Noelia!
EliminarHay un "Miradas II". La semana que viene lo subiré ;-)
Gracias por pasarte.
Un abrazo, linda.
Muy bonito, es una manera de amor inconsciente que te lleva a seguir el ritual cada día, hasta descubrir quién es ese hombre , que a pesar de verle cada día sigue siendo un desconocido. Un besote.
ResponderEliminarNo se si inconsciente Campirela_ porque la chica sabe que le atrae, pero es algo que no sale de su mente. Las ganas se le quedan en la boca jajaja
EliminarHay situaciones como la que describes magistralmente aquí que obligan a cierto tipo de comportamiento inconsciente que nos empuja a actuar, pero no acabamos de decidirnos. En el relato: ¿Es amor a primera vista? ¿Simple curiosidad hacia una persona intrigante?
ResponderEliminarMe ha encantado el párrafo siguiente:
"El traqueteo del tren adormece a los viajeros y el tibio sol de las últimas horas de la tarde, inunda el interior del vagón de reflejos mortecinos de oro y ámbar".
Espero que el tren de las 17:30h haga posible algún día que la protagonista encuentre lo que realmente quiere.
¡A ver qué dicen las musas, Marcos! El relato es totalmente ficticio pero con la ayuda de los espiritus de las letras se puede conseguir casi todo.
EliminarHay otro Miradas que he de pulir, la semana que viene lo subiré.
Gracias por tomarte el tiempo en tan amable comentario
Un nuevo blog
ResponderEliminarMe encanta!
Recomenzar:
EliminarBienvenido o bienvenida a mi árbol.
Lo cierto es que no es un blog nuevo, aunque como algunos volcanes, si estuvo inactivo muchos años.
Vuelve cuando gustes, Recomenzar (bonita palabra, por cierto)
Hola. Te respondo aquí a tu pregunta al reto del jueves. Sí son cuatro palabras. La sílaba del medio es PRI. Las palabras son suprimí, exprime, capricho y deprisa. Has de partir de cada flecha.
ResponderEliminarHas de añadir la del otro acertijo. La respuesta es Mi nombre, literalmente. Las dos palabras 😁
En otro ratín te leo. A ver si me centro.
Besetes.
Jolín y mira que era obvio!! lo de mi nombre si lo supe, pero las otras por mas que miraba no lo veía. Si es un perro me muerde jajaja Fácil no es, pero bueno, a ver qué puedo sacar.
Eliminar"Tras una larga inspiración, me dirijo a las cabinas acristaladas en busca de un nuevo billete. Es hora de volver a casa"... Un final deslumbrante para un relato que brilla de principio a fin. Me gustó muchísimo. Un fuerte abrazo
ResponderEliminar¡Caray! Nuria.
EliminarTu comentario hace que me sonroje. Muchísimas gracias
Tus palabras me animan mucho.
Un abrazo y buen fin de semana :-)