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sábado, 30 de abril de 2011
Encuentros y desencuentros. - La niña de mirada azul
Hay quien opina que el destino es arbitrario, te enfrenta, o te aleja de personas y situaciones a su mero antojo. Mi experiencia dice que el azar se rige por determinados patrones igual que lo hacen las mareas, los ciclos lunares, las estaciones, o el día y la noche; que todo forma parte de un engranaje preciso y acontece en su justo momento.
Invierno del 2007
La sala de espera de la consulta del médico es un lugar de tránsito en el que casi todo es previsible; no obstante alguna vez se viven situaciones inesperadas.
Estaban punto de llamarme cuando apareció una pareja con una emergencia, una de sus pequeñas gemelas sangraba por una brecha en la frente y necesitaba asistencia inmediata. Desde luego les cedí el paso, las caídas de los más pequeños suelen ser aparatosas y asustan mucho a los padres. No transcurrió ni un minuto cuando la doctora salió y me invitó a acompañarla. Estoy acostumbrada a tratar con bebés y niños de corta edad, podría ayudarla con la niña y mientras tanto, la nerviosa madre ocuparía mi silla e intentaría calmar a la otra gemelita que lloraba desconsolada.
Saludé al padre con un gesto mecánico, mi atención se centraba en aquella niña asustada que llamaba a su madre sin descanso. Le hablé despacio e intenté calmarla; pero los trucos aprendidos en mis años de profesión no convencieron en modo alguno a la pequeña. La mirada azul de la nena se abría ante mis pupilas con una mezcla de extrañeza y odio, con tanta claridad que leía en ella: ¿Quién eres tú? ¿Por qué mi padre no te echa de aquí?. No hubo otra solución, la agarré por los hombros, su padre le bloqueó las piernas, y la doctora cosió su maltrecha frente entre inyecciones de anestesia y mentiras piadosas del tipo: ya queda poco, un puntito más, este ya es el último... Era imposible que sufriera dolor con la zona dormida; pero el terror es capaz de ocasionar una ansiedad infinita. Me partía el alma que las palabras de consuelo del padre murieran ahogadas por el llanto de su hija antes de llegar a sus oídos. Tras unos minutos que fueron eternos la doctora dio por concluido su trabajo y me invitó a salir de nuevo.
Después de aquello seguí con mi vida, con mi rutina diaria; el ir y venir al colegio, otros niños, mis obligaciones domésticas, las visitas al médico... y en medio de todo ello mi flirteo con la escritura. Guardé en mi memoria la voz de aquel padre, los ojos zarcos de la niña y durante semanas recordé su inquisitiva mirada. Temía coincidir con ella, que mi imagen reviviera en ella la amarga experiencia y que perdurase en su presente como la mujer mala que la sujetó; pero el destino sabe cómo hace las cosas, pasaría mucho tiempo antes de reencontrarla.
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la impotencia del sufrimiento ajeno nos bloquea
ResponderEliminarsomos incapaces de ver sufrir un niño
y subestimamos que ellos nean capaces de leer nuestros ojos. Desde bebés es con el oido, y el olfato, lo primero que desarrollan
Hola Cati,
ResponderEliminarEs un hermoso relato este que nos has hecho, has descrito muy bien la situación, los sentimientos de la niña y los tuyos. Seguramente ella lo olvidará todo, los malos momentos se borran de la memoria, pero tú siempre lo recordarás porque lo has fijado con tus palabras.
Espero que estés mejor. Un fuerte abrazo.
Hola Ardilla, a veces el susto y el miedo hace mas estragos que le propio dolor.
ResponderEliminarEspero que no guarde un mal recuerdo de ti la niña de los ojos azules, que su padre se la haya explicado bien para que se borre de su mente el mal recuerdo y comprenda que era por su bien.
Besos
Pobre niña de ojos azules, un momento traumático que seguramente quedará en el olvido, seran sus padres quien les relate este hecho, cuando pregunte como se hizo esa cicatriz.
ResponderEliminarUn relato hermoso lleno de sensaciones.
Un beso.
Ardillita, tu extrema sensibilidad y tu dedicación a los niños dejó esa escena en tu memoria. !La mujer mala! dices metiéndote en los pensamientos de la criatura, sabes mucho de ese tema y sabes acudir cuando hace falta. Desde luego este recuerdo emotivo apunta un relato, sigue dulce ardillita, que te encontraba a faltar.
ResponderEliminarCuídate mucho, los niños y las gentes con las que convives han de sentirse felices de conocerte.
Besito cariñoso.
A mí me parece que esta historia no esta terminada del todo. Quiero decir que me ha enganchada lo suficiente como para saber qué ocurrió después... Porque has dejado una muy buena puerta abierta.
ResponderEliminar¿Sabes lo que me gusta de tu escritura, que comunica sin otra pretensión (ni la de lucirte, ni la de forzar, ni la de presumir). Sencillamente tiendes un bonito velo con perfume y nos llega su precioso aroma.
Sigue, Cati, porque te sigo...
Ahora que te leo, me viene la terrible sospecha de que olvidé contestarte cierto correo electrónico que me enviaste tras mi comentario a tu anterior relato, y que ahora he perdido entre avalanchas de spam.
ResponderEliminarCreo que me preguntabas si el cambio era para bien o para mal, y me quedé tanto tiempo pensándolo, que por eso se me olvidó contestarte y luego perdí el correo.
El caso es que ahora, con esta nueva historia, vuelves a tu estilo de siempre y me dejas de nuevo descolocada. Así que voy a decirte la verdad, y espero que suene bien. Esta historia la podías colgar en cualquier parte, sin firmarla, y yo sabría que la has escrito tú. La anterior, me metería en dudas.
Ni mejor ni peor ni todo lo contrario. Sólo tu estilo original, que sabes que siempre me ha encantado.
Un beso, guapa.
Gracias a todos por vuestras palabras.
ResponderEliminarComo dice Mercedes, es una historia con final abierto. En realidad es parte de otra que se está escribiendo.
Respecto a lo que me dice Teresa, pues no sé, tal vez no me reconozca tanto en el otro relato porque más que un escrito, es un reescrito. No he sido tan espontánea y me he limitado a "pulir" un ejercicio que escribí hace unos seis años.
Lo dicho, gracias a todos/as :)
Un abrazo.
Me ha encantado Ardilla esta historia que describe un momento puntual pleno de sensaciones, de percepciones, de sentimientos, de esos que dejan huella tanto para tí como para la pequeña protagonista de tu historia. El dolor, la rabia y la incomprensión de una niña frente a tus deseos de ayudar. ¿Seguirás siendo la mujer mala en el reeencuentro que anuncias?. Tengo ganas de saberlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
La vida es un cúmulo de circunstancias extraordinarias. A veces diversas carambolas nos hacen coincidir en estos encuentros y desencuentros que relatas. Besos,
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