Sábados Literarios - Una historia en Internet

Mi historia personal, también la conforman capítulos de Internet. Ahora que estoy pasando por momentos bastante duros, he podido comprobar la grandeza y la calidad humana que hay escondida tras una pantalla.

En mi buzón recibo regalos muy especiales. Brotes frescos de las jaras de Valdorba anudados con un lazo de cariño. Un beso regordete y esponjoso que llegó desde Madrid; sin caja, porque se salía por los bordes. Sal y arena del mediterráneo con aromas de azahar y trocitos Albufera valenciana. De Benalmádena, he recibido abrazos azules al helado de pitufo. De Alcaudete, la fuerza hercúlea de los olivos jienenses... (Algo me dejo y no recuerdo qué es).

Menuda cursilada, puede pensar alguien. ¡Que le den!, digo yo.

Mientras escribía, me ha llegado un email de Ramón Alcaraz, "el profe" del Desván de la Memoria. Me manda un par de libros de los de verdad, que podré tocar y oler. Me van a venir muy bien en los días que me esperan. La verdad es que me siento desbordada en emociones y no sé si sabré corresponder a todo lo que recibo.

Sin más dilación, os dejo con mi aportación para los Sábados de Mercedes, que esta semana conduce la propia Merce, desde PASEOS POR EL ALAMBRE.

(http://mercedesmartinalfaya.blogspot.com/

Una historia en Internet

Operación Triunfo todavía era un programa sin corromper. Carlos Lozano publicitaba una web y mi curiosidad me llevó primero al foro del famoso concurso y más tarde a una especie de Revista donde leer, escribir, comentar, e interactuar con el resto de usuarios, allí nació el seudónimo de Ardilla Roja. Empecé a mostrar mis primeras letras, hacíamos certámenes entre nosotros y lo pasábamos bien,; pero en Internet también hay gentuza que amparada en el anonimato se dedica a hacer la vida imposible a los demás. Nunca distingo entre virtual o real porque al final quien ríe, llora, se emociona, o incordia es quien maneja el teclado.

En aquella web había un elemento de esos. Pese a que el moderador de los foros le quitaba el nick cada vez que soltaba su veneno, revivía como la mala hierba. Su presencia se me hizo insoportable y me provocaban tanto asco sus palabras que tomé la decisión de abandonar ese sitio. Fue entonces, cuando Internet me mostró por primera vez su magia.

Apareció de la nada, nunca le había "visto" y se declaró como mi primer fan. Me pidió por favor que no lo hiciese, que no renunciara, que no dejase de escribir y menos por los comentarios de un mequetrefe. Se reveló como una especie de San Jorge luchando contra el dragón de la Intolerancia. Me sorprendió. Por su forma de expresarse intuí que era alguien fuera de lo común.

Mi primer fan, el defensor de mis escritos, el bálsamo de mis descalabros literarios, se convirtió en un  amigo.  Mucha gente no entiende cómo es posible una amistad con alguien que no puedes “tocar”, pero así es. 

Internet es una herramienta maravillosa de la que no quiero prescindir. Una ventana a todo tipo de información en cualquier momento de manera inmediata y por supuesto, una forma de acortar distancias con las personas que quiero.