Mi vecino Charlie

Algunas mañanas lo veía pasearse por el borde de pared de la cerca y al llegar a uno de los pilares, se sentaba y desde lo alto oteaba la calle sacudiendo de vez en cuando su peluda y elegante cola. Otras veces, lo sorprendía acurrucado sobre el banco de mi terraza tomando el sol, y al verme, daba un silencioso salto y se marcha con paso sigiloso y distinguido.

Cierto día desde el mismo lugar en que estoy ahora, tras la pantalla de mi portátil, mirando las ramas de las encinas del río, con la vista perdida en un monocromático cielo de color gris y abstraída en la música que en ese instante salía de los altavoces de la radio; haciendo absolutamente nada, oí un ruido tras la puerta que da al garaje. No soy de las que se suben a la mesa al ver un ratón, pero sin saber qué lo producía, abrí con cautela. Cual fue mi sorpresa al descubrirle mirándome desde el suelo con sus refulgentes e increíbles ojos garzos. 

Era Charlie, un precioso y llamativo gato persa que hasta ayer era mi vecino. Una gran bola de pelo gris a excepción del pecho y sus patas delanteras que son de color blanco.

-¿Qué haces aquí? Le pregunté sin esperar respuesta, pero acto seguido dejó escapar un ronroneo suave y meloso mientras se cruzaba entre mis piernas y las acariciaba con su majestuosa y esponjada cola. En lenguaje gatuno quiere decir: “¿me dejas entrar?”… pero no pareció interesarle demasiado lo que encontró al otro lado de la puerta porque dando media vuelta, volvió sobre sus pasos dirigiéndose hacia la casa de su ama, con ese porte aristocrático que caracteriza a los gatos de su raza. 

El día de hoy ha amanecido lluvioso y mientras tomaba el café de media mañana me he sorprendido de nuevo mirando por la ventana. Las persianas de la casa de la vecina estaban bajadas y bajo el porche, en lugar del banco en el que solía ver a Charlie lamiéndose las patas y haciendo su “toilette” matinal, había dos macetas rotas y un viejo felpudo.

Probablemente los nuevos inquilinos lleguen mañana. Espero que al menos sean la mitad de silenciosos y elegantes que mi antiguo vecino.