Una amiga mía de Barcelona se agobia cuando viene a casa, dice que tanto sosiego la oprime. Yo, en cambio, no me acostumbraría jamás al ruido y el estrés de su ciudad. Me complace mi calle tal cual es; reposada, discreta, imperfecta... No la cambio por ninguna.
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sábado, 24 de septiembre de 2011
Un jueves (en sábado), un relato - "Tu calle"
Atendiendo a la convocatoria del amigo Gus, esta es mi aportación para el jueves de esta semana, que en esta ocasión es un sábado.
Una amiga mía de Barcelona se agobia cuando viene a casa, dice que tanto sosiego la oprime. Yo, en cambio, no me acostumbraría jamás al ruido y el estrés de su ciudad. Me complace mi calle tal cual es; reposada, discreta, imperfecta... No la cambio por ninguna.
Mi calle
Mi calle duerme en uno de los márgenes del río apartada del bullicio del centro del pueblo. Sinuosa, tranquila, llena de colores y vida pequeña que sólo es notoria si se recorre a pie. Yo lo hago a diario, observo el crecimiento de los avellanos que para regocijo de las ardillas ordenó plantar el Ayuntamiento, disfruto del aroma de las lilas, el aligustre, las acacias... Con estas conviven otras maravillas silvestres que llegado el momento ofrecen exquisitos frutos, como las moras, las bayas de sauco, el escaramujo, el agracejo... Elegí Ardilla Roja como nombre en Internet porque comparto mi calle con las aludidas y como la suya, mi vida también es sencilla. No aburrida, siempre sucede algo imprevisto y sorprendente.
El viernes pasado salí a caminar como todas las mañanas, y al llegar al bosque de álamos donde converge el primer tramo de la calle me encontré con un destacamento del Cuerpo de bomberos. (Este pueblo es pequeño; pero no le falta nada). Escogieron ese lugar para unas prácticas de salvamento. Las víctimas, unos muñecos atrapados en un descalabrado automóvil. Pensé que el camino hasta el lago estaría cortado e hice el amago de dar media vuelta; pero al instante me indicaron que no había problema.
Oculta por los cristales oscuros de mis gafas de sol, observé esos torsos macizos y corpulentos que operaban entre sierras circulares, hachas, y mangueras tan gruesas como sus propios brazos. La idea de torcerme un tobillo en ese escenario me hizo reír, me imaginé portada en volandas por uno de esos hombretones musculosos y fuertes. Solazada por el espejismo continué mi recorrido.
Una amiga mía de Barcelona se agobia cuando viene a casa, dice que tanto sosiego la oprime. Yo, en cambio, no me acostumbraría jamás al ruido y el estrés de su ciudad. Me complace mi calle tal cual es; reposada, discreta, imperfecta... No la cambio por ninguna.
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Calma es lo que siento en esta tu calle, bonita fotografía.
ResponderEliminar¿Y como aburrirte? imposible con ese cuerpo de bomberos , aunque solo sean imaginaciones jajaja.
Un beso y que bien que volviste a los jueves.
Encantado de leerte y conocer esa calle tranquila, tan llena de vegetación, cerca del rio. Resulta idílica y lugar perfecto para la felicidad de una ardilla.
ResponderEliminarBesos.
Recuerdo un paseo por El Retiro de Madrid, estaba nevado y había ardillas marrón oscuro, preciosas y divertidísimas, algo osadas. Te imagino charlando de bomberos con las ardillas pelirrojas de tu calle.
ResponderEliminarAsí es, amiga, la calma hay que tenerla cerca y el bullicio buscarlo cuando te apetece. Desafortunado el que tiene siempre el bullicio cerca y está obligado a buscar la calma.
ResponderEliminarbesito.
La he visto desde el cielo. Rodeada de verde, acompañada de agua, larga como una calle mayor, que se estrecha por ambos lados tal y como se aleja de la plaza.
ResponderEliminarMe gusta esa calle, que es silencio y vida.
Besos
Me encanta y comprendo tu sentimiento. Yo vivo en un pueblo y disfruto de las cosas pequeñas y mi vida también es pequeña pero no aburrida.
ResponderEliminarArdi, tienes una calle perfecta y la has descrito de lujo.
ResponderEliminarBesinos
Creo que vives en un sitio privilegiado y no sólo por ese glorioso cuerpo de bomberos..sino por el paisaje, lar ardillas, todo habla de paz y sosiego. enhorabuena.
ResponderEliminarUn besito.
Hombre, desde luego que lo tuyo es tranquilidad; pero tienes razón,las ardillas y los avellanos no se cambián por nada del mundo. La naturaleza en todo su esplendor es lo más bonito que hay.
ResponderEliminarMe alegro verte por aquí
Un abrazo
Es el hábitat perfecto para vivir. Cerca de la Naturaleza, del agua, de los animales. Tiempo hay, si así se desea, de buscar el bullicio de la urbe. Envidia me das, Ardilla, pero envidia sana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nací en Barcelona, voy de turista, vivo en Andorra a ratos muy calma pero emparedada entre montañas, pienso transitar muchas calles diversas, y después, buscar una ardilla, un bombero, la mar delante.
ResponderEliminarEnvidiable calle, ardilla saltarina ¿me invitas a piñones? Besito.
Me encanta tu calle, me parece que me voy a mudar porque ahi no habra botellones y lo de los arboles me tira mucho y como no lo de los bomberos, que diria Berta, porque nunca viene mal una alegría para la vista....
ResponderEliminarBesitos
A mí me gusta tu calle, me encanta tu calle, de verdad. Yo quiero ir también a visitarte, y ver las ardillas, y los bomberos macizos, y hasta a Richard Gere en el parque.
ResponderEliminarPorfa.
Me gusta, sí, me gusta ese juego de luces y sombras. No sé por qué, pero la imagen de la ardilla entrañable y cada vez que entro en tu blog sienta muy bien. Suerte con los bomberos ;)
ResponderEliminarBikiños
El sosiego de tu calle no tiene un ápice de aburrimiento ni hastío! se me antoja una paisaje encantador que invita a ser recorrido!
ResponderEliminarHa sido un placer imaginarte por esa calle.
Un abrazo.
Yo tampoco la cambiaría, y menos con esos frutos rojos que nos nombra y cuando aún deja descubrirse a pie.
ResponderEliminarEl lugar del reparo siempre debe ser tranquilo; no entiendo que la gente necesite del bullicio hasta en el propio refugio... ¿Tan mal estamos con nosotros mismos, que tememos encontrarnos?
¿Tu calle es francesa o española? Un saludo desde el Palermo porteño. Volveré a leerte.
Que bonito, amiga Ardi. La describes con dulzura, con buena dosis de poesía. Cada día me gustaría ver esas calles tan tranquilas, con gatitos apegados a las plantas, con ardillas haciendo cabriolas por las ramas de los pinos. Ya sabes, toda mi vida busco la paz de los pueblos y me reconforta, alejando ese bullicio que a veces llena parte de las horas del día.
ResponderEliminarBesos,
Luis.
Hola Ardilla.
ResponderEliminar...torsos macizos y corpulentos. Así, de buena mañana, cuando una no sabe aún bien dónde se encuentra. Poldios Cati, que cosas te pasan.¡Imaginación al poder, amiga"
Un abrazote.
Maat
La calle y la calma para saborear los dias, un lugar perfecto para esas ardillas "camufladas" que disfrutan del mismo modo de unos frutos secos o de la vision turbadora del cuerpo de bomberos aaaiisssssss
ResponderEliminarUn besazo
Que linda tu calle!, una delicia, rodeada de vegetación, aroma de lilas, vida silvestre, me parece idilico, siempre sueño que algún dia dejaré Buenos Aires y me ire a un lugar tranquilo, en contacto con la naturaleza, cerca del agua (mar o lago), pero la verdad es que aunque Buenos Aires me mata (como dice el tango) tambien atrapa. Quizás algún dia...
ResponderEliminarTe mando un gran beso
Muchas gracias a todos por vuestras palabras, me alegra que os guste el lugar donde vivo.
ResponderEliminarEspero vuestra visita, también al otro lado de la pantalla ;)
Un abrazo fuerte a todos/as.
Hola Ardilla, hubiera estado bueno hacer que te tuerces el tobillo, para que un apuesto y fornido bombero te llevase entre sus brazos, jejejeje.
ResponderEliminarEl bullicio está bien para un ratito pero luego hay que volver a la "normalidad".
Besitos
que linda forma de saber lo de ardilla...y con tu relato de la calle, bueno, mejor entenderte así! :D hermoso relato... una calle pacifica...me gusta mucho! un beso!
ResponderEliminarPor alli pasaré, para ver si esa calle se ve tan linda como en la foto y para ver a los bomberos jajajaj!
ResponderEliminar;)
salu2