Las encinas del río, cargadas de hojas reacias a abandonar el tallo que las sostiene, me impiden ver más allá de su ramaje; pero cerrando los ojos me otorgo la libertad que de otra forma no me es permitida.
Le busco en el paisaje y al encontrarle, siento vivos los rescoldos que quedaron en mi corazón después de su partida. ¿Por qué se fue? ¿En qué le fallé? Me aseguró que le diría adiós, que no me abandonaría y sin embargo se entregó a ella. Le regaló el tiempo, el mismo que día tras día esperé recuperarle. No lo conseguí.
Quedé rota, vacía, yerma… incapaz de albergar nada ni siquiera parecido a lo que aún siento por él. Mi futuro es una masa de niebla espesa, blanca y fría; tanto cómo la nieve que le cubrió en la cumbre de aquella maldita montaña en la que encontró la muerte.
Hola Ardilla, bonito microrelato.
ResponderEliminarNo es que le fallaras en nada, pero la montaña tiene una fuerza especial, que hace que vayamos irremisiblemente hacia ella como atraidos por un imán, hasta incluso encontrar la muerte.
Un besazo
Hola Ardilla.
ResponderEliminarMe has emocionado con tu relato. Una de mis amigas, perdió de esa forma a su esposo. Las montañas tenían una influencia bárbara en él y, un mal día, les entregó su vida.
¡Qué bonito escribes!
Un abrazo.
Maat
Wow, Ardi, ¡cuánto comunicas en pocas líneas!
ResponderEliminarTriste final en el corazón más frío del mundo...
Un abrazo de adviento :=) desde "Mar adentro"
Qué triste relato... al parecer muchos conocemos una historia similar.
ResponderEliminarApapacho fuerte
Triste historia que deja en tinieblas un corazón que seguro, soñó brillar.
ResponderEliminarespero que no sea autobiográfico.
Besos!!!
Ese futuro incierto lo podemos hallar practicando montañismo u otra actividad, pero nosotros, los que amamos a las montañas, son unos espacios, que, como dice Abi, nos atraen como un imán, en los que se "encarna el sueño y alimenta la acción".
ResponderEliminarUn relato muy emocionante, Ardi.
Un beso.
Jo, mira tu que no se ni que decir ante tan tremendas palabras. Vaya tela hija¡¡
ResponderEliminarQuerida Ardillita, me ha encantado tu relato, me quede con ganas de leer un poco más.
ResponderEliminarAlgún día todos formaremos parte de esa cumbre.
mis besitos ..
Hola Ardilla.
ResponderEliminarPrecioso micro y muy emotivo, es verdad que la mayoría conocemos gente en esa situación, les atrae tanto la montaña que se quedan atrapados en ella para siempre.
Me ha encantado como lo has escrito
Un beso de Mar
Muchas gracias darlings. Celebro que os guste. Que nadie se alarme, es un puro ejercicio literario :)
ResponderEliminarSilencios: bienvenida al árbol de Ardilla Roja. Es un placer contar con tu presencia.
Este escrito me ha dejado completamente mudo. Solo puedo decir: Fantastico.
ResponderEliminarUn saludo.
Menos mal que llego tarde, asi pude leer los comentarios y saber que solo es imaginado, como ejercicio te quedó bordado, tanto que al leerlo crei que era real.
ResponderEliminarBesinos reina del bosque.
¡Qué susto, Cati! Creí que narrabas una experiencia personal tuya...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Muy emotivo.
Besossssssss
Muy bonito, Ardilla.
ResponderEliminarEs hermowso el relato aunque triste. Eres una artista. Un beso
ResponderEliminarHola Ardilla.
ResponderEliminarUn relato triste, lleno de neblina. Pero precioso en su forma y cotidiano en todo lo que dices.
Un abrazo.
Te dejo la vida entera que me pidas ...
ResponderEliminarMiles de besitos de chocolate y caramelo para un realto triste pero bellisimoooo!!!!
Gracias por compartirlo con nosotros.
Otoño, FABIA, Susana, Milagros, MiLaGros, Celia, Dedicatorias Muchas gracias.
ResponderEliminarLos días de niebla inspiran textos extraños.
tres interessant, merci
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