Mientras los nuevos escritos, como el pan van tomando forma, os traigo otro de los relatos que ya mostré en mi antiguo blog este otoño pasado. Tal vez alguien lo reconozca, pero como no tenía muchos lectores, para alguno de vosotros sin duda es nuevo. Espero que os guste.
Que todos los días se parecen no es del todo cierto, de vez en cuando ocurren cosas que los hacen diferentes, incluso merecedores de un pequeño rincón en la memoria.Es lo que ocurrió el pasado lunes 20 de octubre. Esa mañana no tenía que trabajar y me apeteció ir a echar un vistazo al nuevo supermercado que habían inaugurado recientemente en Rebastens.
Cuando me disponía a introducir la moneda en la ranura del mecanismo que libera los carritos de la compra, escuché tras de mi la voz de mi vecino Thierry.
-¿Tu tampoco has podido resistir?
-Ya ves Thierry, y lo peor es que no necesito nada.
- Yo tampoco. Sólo vengo a mirar y distraerme un rato. Si quieres te llevo el carro y podemos mirar juntos.
Me pareció una idea estupenda, el empujaba y yo podía ir y venir por los pasillos con total comodidad. Ahora con un cartón de zumo, luego con una caja de bolsas de té, más tarde con unas galletas de coco con virutas de chocolate. Si, a la porra la dieta, porque aunque prefiera el café solo, alguna vez lo deseo con compañía.
En el expositor de fruta, había una gran variedad de uvas. Las Chasselas, que son de grano dorado y pequeñito; las Moscatel, muy aromáticas y que ese día estaban demasiado verdes; uvas negras Napoleón; las Crimson, especiales para ansiosos porque no tiene semillas… De repente sentí una necesidad casi vital de comer uvas, ¿pero cual elegir? Le hice una seña a Thierry para que se adelantara hacia las cajas porque no quería que se aburriera esperando.
En ese momento salió un chico del almacén portando en sus manos una caja de unas hermosas uvas rosadas de granos grandes, apetitosos y perfectamente redondos. Eché todas las que cogían en una bolsa y fui en busca de Thierry.
Le encontré apoyado en la barra de empujar el carro hablando con un desconocido. Deposité las uvas con cuidado y me quedé entre ellos a la espera de ser presentada. Thierry seguía hablando, pero el desconocido había dejado de prestarle atención. Era obvio que yo había interrumpido su conversación y aunque contestaba a lo que Thierry decía, no dejaba de mirarme a mí. Yo también le miraba y… no sé, quizás fueron décimas de segundo pero algo muy extraño pasó. No sé como explicarlo, hay cosas que sólo se pueden ver en los ojos de quien te mira en ese segundo preciso, y que nadie más, por muy mirón que sea es capaz de ver.
Sonriendo, me extendió la mano y en un español perfecto se presentó:
-Hola, soy Rubén.
-María, hola. ¿Sois compañeros de trabajo?- Le pregunté señalando a Thierry. -No, sólo nos conocemos de coincidir en algún torneo de tenis. Soy profesor de español en el instituto de Rabastens.
-Pues encantada de conocerte Rubén.
Me sorprendí a mi misma en un estado de extraña felicidad y mientras avanzaba la cola, seguimos hablando de lo bonito que es el súper nuevo, del tiempo que está haciendo este otoño y de otras mil cosas intrascendentes, que en ese instante cobraron un insólito interés. Al llegar su turno, dispuso sus cosas en la cinta, y tras haber pagado se despidió: -¡Hasta pronto, Thierry!. ¡Mucho gusto, María!, ¡Bonitas uvas!-
Era la primera vez que alguien alababa mis uvas y no supe qué decirle. Entonces me di cuenta de que apenas había hablado con Thierry. Le miré avergonzada, pero en su sonrisa vi que no estaba enfadado. Es un buen chico. Tal vez le regale algo por navidad.
Hace un rato me he comido el último racimo y mientras lo hacía pensaba en Rubén y lo sucedido. Si le gustó su aspecto, seguro que le encantaría probarlas. Sus granos son carnosos, dulces y tan repletos de zumo, que cuesta retenerlo en la boca al hacer estallar su suave piel entre los dientes. Un exquisito placer tanto para el paladar como para la vista. Es posible que los romanos en sus célebres bacanales, no disfrutaran de una uva mejor. Mañana iré a comprar más. Si veo a Rubén alabaré su pan, su espuma de afeitar o sus ciruelas y si quiere, lo invitaré a probar mis uvas.
Ardilla, un relato precioso. Así, así suceden las cosas. A veces, entre las nubes se cuela un rayito de sol y eso gusta un montón. Tú pon la carita y cierra los ojos, que el sol caliente tus paseos por el super.
ResponderEliminarUn abrazo de mehagustadocantidad.
Wow, ¡¡soy la primera!! Claro, a quien madruga... o como se dice en otras latitudes más prosáicamente "El pájaro tempranero caza al gusano".
ResponderEliminarMenudo gusanito delicioso me acabo de zampar. Un relato ligerito como una hoja de primavera que te deja con ganas de saber qué pasó, si elogiaste su gel de baño y te invitó a compartirlo.
Me ha gustado muchisimo, tanto que el reflejo en la pantalla del portátil me muestra con una gran sonrisa, poco habitual a la hora de empezar a trabajar.
Un abrazo.
Vaya, con las hadas-brujas de Benalmádena. Mientras yo estaba regocijándome en ser la primera, Mercedes metiendo gol.
ResponderEliminarUn beso para las dos.
Hola, Ardilla: Me ha gustado el relato. Hay días diferentes donde cualquier sencillo detalle, cosas que pasas desapercibidas, una grata conversación con una persona amiga, las "exquisitas uvas", el "rayito de sol" que comenta Mercedes, hacen que nuestra existencia sea más enriquecedora. Aquí te dejo una frase que creo encaja en este comentario: "La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar". Saludos.
ResponderEliminarpues tienes razon hay dias que son diferentes y son cosas casi imperceptibles las que marcan esa diferencia, hay una cosa que me gusta de ti, y es que sabes sacarle el jugo a pequeñas cosas que tiene la vida, como ese encuentro casual en el supermercado o esas uvas preciosas que compraste... besotes me tomo unos dias de descanso, voy a tener un finde complicado con mucho fieston para el cuerpo, asi que me imagino que salvo algun rato muerto que pueda tener, no podre pasarme ni por mi blog ni por los que sigo... pero me hace falta este descanso asi que lo aprovechare
ResponderEliminarPrecioso Ardilla :), es increíble cómo a veces el sitio más indeseable,como la cola del super, se convierte en el lugar más agradable solo por la compañía.
ResponderEliminarMe encanta leerte chiquilla,
un besazo ;D
Pd:¡Que sepas que las culpables fueron las uvas,si hubieses llevado unas latas de calamares en su tinta no ligas,guapa!
No me extraña que fueras a por más uvas...
ResponderEliminarHe imaginado un final de la historia idílico. Un poco menos audaz que la idea de Dorotea pero...así, así.
Un abrazo grande.
Maat
Pero qué lujo de lectores. Gracias por vuestros comentarios guapos y guapas. También las hadas de Benalmádena han venido a darme su calorcito, como el rayito de sol que se cuela entre las nubes.
ResponderEliminarLuis, bienvenido al árbol de Ardilla Roja. Es un placer tenerte aquí y si encima me dejas regalitos,ni te cuento. Una frase muy cierta a la que le voy a buscar sitio en una de las ramas.
Carmina, disfruta mucho de tu fiestorro. ya nos contarás.
Y a mi mosca preferida, qué decirle, si es la única mosca a la que salvaría la vida jajaja
Un abrazo fuerte a todos
Gracias Maat, escribíamos las dos a la vez, pero tu has sido mas rápida.
ResponderEliminarUn beso
Me ha gustado tanto que he salido a por uvas... ;-)
ResponderEliminarJejeje, nunca se sabe cuando te van a decir lo bonitas que tienes las uvas, es normal que no estuvieses preparada para tan inesperado momento.
ResponderEliminarQue nos alaben nuestra espuma de afeitar es una cosa que a todos los hombres nos vuelve locos. Eso sí, si es gel, si es espuma no te fíes de ellos,jajaja.
Un relato precioso ardillita, y con un puntito erótico y sensual que lo hace muy especial.
Besoss
Un relato de los que gusta leer: natural, esperanzador y fresco como esas uvas.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos
¡Qué bonito relato! Y ¡hay que ver cuánto juego pueden dar unas uvas! Nunca se sabe en esta vida cuándo vas a vivir un encuentro que puede llegar a ser maravilloso.
ResponderEliminarUn besote, Ardilla.
PD. ¿La historia es autobiográfica?A mí no me pasan estas cosas en el super...
Me encantan estas historias románticas y chiquitas. Nunca me pasó algo asi en el super, será porque siempre voy a las apuradas y echo las cosas en el carro pim pum pam, pago y salgo corriendo.
ResponderEliminarLa próxima me voy a tomar mi tiempo ;)
besos
¡¡¡Ainsss,Ardi,que te pierdes!!Precioso relato y ,sobre todo ,deleitarte comiendo esas uvas pensando en Rubén....Quién las pillara...je,je.
ResponderEliminarBesoooooooooooooooooo
Ardilla, es un relato precioso y muy entretenido a la vez que con una narración muy buena.
ResponderEliminarNo me queda más que aplaudirte.
Un beso
Bonito relato con ese toque romántico.
ResponderEliminarPienso que volver al super será una tarea agradable a partir de entonces.
¿En qué pensaría Rubén cuando dijo aquello de bonitas uvas? ¿Tan sólo en las uvas?
Un abrazo Ardilla con cariño.
MIL GRACIAS a tod@s por vuestros comentarios.
ResponderEliminarJ.E. - No es el tiempo. Si encuentras te pueden salir por una pasta :)
Sinhué: No todo el mundo se da cuenta de ese liviano tinte erótico. Me alegra que te haya gustado.
Isabel: Bienvenida al árbol de Ardilla Roja. Es un placer. Me perderé a ratos en tu costurero ;)
Susana:¡pero como se te ocurre pensar que sea autobiográfica! jajaja
Por supuesto que lo es. Aunque solo en parte. Rubén existe, aunque no se llama así. El enamoramiento velado es falso y quien empujaba el carrito, no era mi vecino. Pero chica, si no adornamos un poco la rutina diara, resulta de lo más aburrido.jajaja.
Mari: Es un super chiquitito, ni queriendo puedo perderme allí.
Celia, muchas gracias. Que alguien con libros de verdad publicados, diga eso de mi relato, me llena de orgullo.
Un abrazo a tod@s
Alhena, te colaste cuando estaba escribiendo jajaja
ResponderEliminarSi, he vuelto a coincidir alguna vez más, pero como he dicho, aunque es guapo con avaricia, lo del enamoramiento furtivo fue un invento de ese momento.
Fui una de las afortunadas que ya lo leyó en primicia en tu otra casa, y te juro que esas uvas siguen estando igual de apetitosas.
ResponderEliminarLas uvas, 40 kilos de uvas al día o 40 botellas de vino diarias son el secreto de la eterna juventud, juventud que ardilla nos descubre con cada uno de sus relatos, madurez contenida en un cuerpo del que aflora una adolescencia sempiterna en sus relatos, no me canso de leerlos y de descubrir como eres capaz de crear una atmosfera de lo más romantico-erótica de una situación de lo más cotidiana.
ResponderEliminar40 litros de humedos besos para tí.
Que barbaridad Mago Mad jajajaja Si no te conociera, creería que quieres ligar conmigo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amable comentario.
Cierto Teresa tu fuiste de los pocos que ya lo había leído. Por eso, gracias por duplicado.
Un abrazo
Pues menos mal que mi mono bloguero me ha traido esta tarde otra vez al ciber, porque si no, ni me entero de lo de las llaves.
ResponderEliminarNo puedo, cariñet, ya os lo dije el finde pasado, estoy en Denia, sin internet si no vengo al pueblo, y este sabado y domingo tengo celebraciones de mi cumple, y ni siquiera voy a participar con un relato mio,porque no puedo.
Lo siento mucho,de verdad,pero creia que ya lo sabias, y ¿que le pasa a Mercedes? ¿no estará otra vez pochita, verdad?
Me sabria muy mal.
Y mira, he aprovechado para leer tu relato de las uvas, y estan muy apetecibles, las uvas y el desconocido al que invitarias,jaja.
Un besazo Ardillita
Lo veo eròtico. A tono la variedad de zumos, con sensaciones y sentimientos imprevistos.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Ardi,
ResponderEliminarEn Cataluña recuerda que tenemos las uvas xarel-lo.
http://es.wikipedia.org/wiki/Uva_xarel%C2%B7lo
Me encanta lo lindo que haces los relatos...
Me ha encantado!...Gracias por rescatarlo.
Abrazotes enormes!