Acompañar a los críos al colegio se convierte en un hábito, cualquier día es igual a otro; no obstante alguna vez acontecen pequeñas convulsiones en su ritmo que cambian por completo su apariencia.
Me despedí de las niñas y regresaba a casa enfrascada en las siguientes citas que reservaba mi agenda: el fregador lleno de platos, la comida, varias camas por hacer, una montaña de ropa que esperaba ser planchada... Y algo extraño sucedió. Padres, madres, maestras y niños que circulaban por el corredor desaparecieron. Mi vista sólo captaba al tipo atractivo, maduro y exquisito que caminaba despacio hacia mi. Un hombre de cabello gris, rasgos amables, mirada oscura y algo traviesa, porte elegante, alto... tan parecido a Richard Gere que durante un segundo lo confundí con el célebre actor. La química de mi cerebro sufrió un tremendo desajuste, olvidé los platos sucios, la ropa arrugada, las cazuelas... De repente me sentí atractiva y tan sexy como el personaje de Vivian Ward en Pretty Woman. Él ni me vio.
A partir de entonces lo buscaba a diario con la mirada. Reparé en su coche, controlé su horario y a fin de compartir con él un espacio, en un tiempo que duraba a penas unos segundos, cada mañana debatía ante el espejo qué ropa ponerme, qué peinado me favorecía, o qué perfume llamaría su atención. Todas mis artimañas fueron inútiles, no fui más visible para él que las farolas de la calle; sin embargo, percibir su imagen entre la marea de padres agolpados a las puertas del centro era motivo suficiente para alegrarme la mañana. Así llegó el invierno, la nieve, las placas de hielo en la carretera, y con el frío la apertura de una nueva panadería frente a la escuela.
No pude resistirme al calor ofrecido por un pan recién horneado en aquella gélida mañana. La humedad helada de la noche anterior aconsejaba caminar despacio; aún así, mi precaución no evitó el tremendo resbalón que me derrumbó sobre el asfalto. La caída fue más escandalosa que grave; pero igual que sucede en las mejores escenas del cine romántico allí estuvo “mi Richard” dispuesto a recogerme. Al verle, mis impulsos cerebrales se detuvieron y lo que era una ocasión perfecta para iniciar una conversación, no quedó más que en otra bonita perturbación de mi anodina existencia.
El destino, siempre aficionado a jugar con los deseos de la gente, me dejó de nuevo con las ganas en la boca.
Casi nunca los instantes ocurridos,
ResponderEliminarse corresponden con los soñados, pero entre unos y otros vamos tejiendo el instante vivido. Luego ya intentaremos recomponer el tiempo, con el hilo de lo que amamos, ya que al final ¿que otra cosa queda?, sino lo que soñamos y lo que quisimos.
Un abrazo.
La de historias que nacen en nuestra imaginación con solo una mirada y un deseo. Me has llevado directa a esa panaderia, he olido el pan recien horneado y he mirado con tus ojos a ese canoso e interesante hombre.
ResponderEliminarUn abrazo ardilla.
jejejeeje...qué momento! me imagino los nervios para intentar aprovechar la ocasión compitiendo con la vergüenza que conlleva caerse en público! jejejeje
ResponderEliminarGracias por compartir otra vez esta anécdota!...me has dejado una sonrisa! :)
Abrazos!
¡No desearas al hombre de tu projima! pero bueno, por una vez...
ResponderEliminarjajajajaja, Hay veces que no importa caerse.
Un besazo
Me encantó leer de nuevo esta maravillosa historia y encontrarme -una vez más- con tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maat
Hola Ardilla, creo haberte leído este relato, y ya ves lo que son las cosas cuando llega la ocasión nos quedamos sin recursos.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarEsta historia no es nueva, es cierto, forma parte de otra que no ha terminado y que estoy escribiendo. Espero no tardar mucho en traer otro de los capítulos.
Un abrazo a todos. Me alegra mucho veros por aquí :)
Es una suerte que el corazon nos galope por precepciones como esas, señal de que estamos vivas.
ResponderEliminarUn besote y me alegro de verte por aqui.
Me encanto eso de que te sentiste tan atractiva como Vivian en Pretty Woman... me encanto =)
ResponderEliminarContinuará?
ResponderEliminarSi Liam Neeson se pudo encontrar a la Schifer en el cole de su hijo (Love Actually, una de mis películas favoritas, de las que hacen reír y llorar y suspirar), ¿por qué no vas a encontrar tú a Richard Gere?
Un beso.