Cada año aprovecho las vacaciones y viajo a Murcia a ver a mi familia, ya lo he comentado alguna vez; son días relajados de sol, playa, buenas comidas, granizados de limón, risas... Este verano la diferencia ha estado marcada por el acto al que asistí el 14 de Agosto. La televisión no se hizo eco, tampoco acudió gente famosa ni reporteros de la prensa rosa; pero si hubo mucho corazón.
Mi abuela
Fue una celebración familiar e íntima, muy distinta a las acontecidas hasta ahora. Nos reunimos las tres generaciones que de un modo u otro compartimos el mismo apellido. Los hijos, nietos y biznietos de mis abuelos paternos retocamos nuestro calendario estival para asistir a este emotivo encuentro. Fue bonito descubrir caras nuevas, reencontrar las de toda la vida, recordar las que ya no están...
De mi abuelo paterno conservamos pocas referencias, sabemos que fue un hombre de bien, que trabajaba el campo y debido a su frágil salud falleció cuando sus hijos mayores apenas llegaban a la veintena. La abuela era conocida por "La cabrera", comerciaba con la leche obtenida del rebaño de cabras y de ese modo ayudaba a la economía familiar; aunque si era necesario también llevaba el arado, o doblaba la espalda segando el trigo y la cebada con la misma fuerza y energía que cualquier hombre. Ninguno la dejaba atrás, aunque horas antes hubiese parido un hijo tal como cuenta en ocasiones el mayor de los que quedan vivos, mi padre.
Isabel "La cabrera" fue una mujer de raza, valiente, trabajadora; curtida por los incontables reveses que le dio la vida. Entre otros sufrió la crudeza de dar sepultura a cuatro de los diez hijos que alumbró; a la primogénita de diecinueve años, a un bebé de pocos meses y a dos más pasados los cincuenta.
Sus nietas hemos tenido una existencia mucho más fácil; pero allí estuvimos para recordarla, como también lo hicieron el resto de mis primos, en total somos veinte. No fue fácil convencer a los treinta y tres biznietos para que acudiesen a la reunión, -menudo rollo- opinaba la mayoría y no niego que los encuentros familiares a veces lo sean; pero en este caso fue una satistacción para todos ver juntas a las tres generaciones. La siguiente está a punto de comenzar, en breve verá la luz Ethan (Izan en español) que será el primer tataranieto de la abuela.
Somos una familia sencilla, ruidosa y como queda patente en este escrito también muy grande, no en el sentido de ilustre; pero si orgullosa de pertenecer a la estirpe de la abuela "cabrera".
saber de dónde venimos, es necesario para saber a dónde vamos
ResponderEliminarNUESTRAS raices somos
ser generosos con los antecesores es lealtad, sabiduria y ejemplo que se trasmite a los que nos sucedan
Felicitaciones por esas fiestas y que siempre sigais unidos
besos
Bonito de verdad, que todavía sigáis reuniéndoos toda la familia ese día.
ResponderEliminarNo perdáis esa costumbre porque sería una verdadera lastima.
Un abrazo.
Y si encima lo pasasteis genial... me alegro por tí y por tu gran familia...
ResponderEliminarBuenos recuerdos ardilla.
Un abrazo.
El árbol bien nacido,
ResponderEliminaren busca de su raíz,
para ofrecer en sus ramas,
el rostro de la nueva savia,
para agradecer al suelo,
el recio tronco heredado,
para ofrecer en sus hojas,
mecidas por nuevos vientos,
un canto que suena nuevo,
porque su ritmo es eterno.
Un abrazo.
Hermosa manera de honrar a sus ancestros: juntándose en familia, sosteniendo vivos los vínculos de tres generaciones!
ResponderEliminarDigno de ser imitado.
Saludos!
¡Qué bien Ardilla! Me alegro por ti y los tuyos. ¡Qué mujer La Cabrera!
ResponderEliminar¡Eran mujeres tan fuertes aquéllas! Pienso en mi bisabuela y en mi abuela materna que también trabajaron muy duro.
Abrazo y besos
Entrañable homenaje, Ardi. Mujeres de una fuerza única.
ResponderEliminarQue bonita esa reunión, reunir a tanta gente de la familia ha de ser complicado, y casi es para daros un premio, los chicos jóvenes a veces no están por la labor. Está muy bien saber de donde venimos, nuestras raices.
ResponderEliminarUn beso
Una gran familia, en número y en calidad humana.
ResponderEliminarQué bonito homenaje!!
Besicos, Ardillica.
Ahí está. Somos el olor que nuestros antepasados dejaron en su rastro. Muchas veces hacen que nuestro orgullo como seres humanos aumente. Bravo por esa reunión familiar. Un beso, amiga.
ResponderEliminarHola Ardilla, mi mas sincera enhorabuena, por ser familia tan "grande" y unida, cosa un tanto dificil con los tiempos que corren.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y un beso
el lio de Abi
La familia es un don grande, aunque tenga los límites de gentes que no nos hemos elegido. La nuestra también es grande y cuando podemos nos reunimos. Treinta y seis primos...
ResponderEliminarYa en mi generación: bisabuela (mi madre), hijos, nietos y el primer biznieto, nos reunimos con frecuencia.
Cuando nos reunimos la generación mía entonces crecer y crece la familia. Una vez tuvimos que reunirnos en un hotel de tantos como éramos de distintos sitios del mundo! La experiencia invita a reunirse... otra vez.
Un saludo
Muchas gracias a todos por vuestros amables comentarios.
ResponderEliminarLa verdad es que las celebraciones con mucha gente no me han gustado nunca, al principio tenía la sensación de estar en una boda. A los pocos minutos mirase donde mirase veía caras conocidas o rasgos que me las recordaban. Fue bonito y estuve muy a gusto.
Abrazos
Por cierto, mi enhorabuena a Walkingwoman por su gran familia y de paso le doy la bienvenida.
ResponderEliminarVuelve cuando quieras, Walkingwoman
Nosotros también somos una familia enorme, y cuando nos reunimos, bastante ruidosa, para mí es un orgullo tener una familia así, que siempre está cuando la necesitas. Así que te entiendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
como tiene que ser, hay que estar orgullosos de los que nos han precedido, de lo que han trabajado por nosotros y tenemos que ser muy conscientes de nuestro pasado, de nuestras raíces, de nuestros abuelos y demás historia familiar. Ya sabes que yo con el tema de los abuelismos suelo estar un poco sensible pero me emociono cada vez que me reúno con gente en Cartagena y nos ponemos a recordar a un ser tan excepcional.
ResponderEliminarNo hay que olvidar, me alegro porque seáis así. Un abrazo y que haya pronto otra reunión¡¡
Ay Ardilla.. qué tardísimo llego a leer tu post pero es que llevos días sin poder acceder a tu blog... me salía un mensaje de error o sem e quedaba bloqueado.
ResponderEliminarDebió ser estupenda esa reunión, sí... hay que hacer un "esfuerzo" para hacer este tipo de cosas de vez en cuando. Casi siempre resulta muy gratificante. Mi familia es pequeñita aunque, y te sonará raro, para mí se ha incrementado en diez miembros más desde hace sólo unos meses... tenemos también planeada nuestra reunión a finales de septiembre. Ya te contaré...
Un abrazo.
Precioso homenaje a tu abuela Ardilla, y es que eran mujeres fuertes y valientes que sacaron adelante a grandes familias con apenas nada más que mucho esfuerzo y amor, y lo mejor de todo es que crearon familias unidas.
ResponderEliminarTengo la suerte de permanecer a una de ellas, hacemos una comida familiar cada año para reunirnos todos juntos aunque limitada a los que viven por aquí (parte de mi familia está en galicia y algunos en canarias así que les pilla muy lejos) y es precioso ver como cada año hay nuevos miembros.
Un beso de Mar
Una vez mas mientras leo tu historia, me reconozco en ella, tenemos un hilo que nos une de alguna forma... repasa y veras que somos unas sentimentalonas jajajaja
ResponderEliminarUn beso
Juntar a toda la familia... un deseo al alcance de muy pocos hoy en día (a no ser que la familia sea corta). A mi abuela materna (murciana también)le hubiese gustado, y esa fue su idea siempre. Por lo menos siempre lo decía. Pero eran malos tiempos y su muerte llegó mucho antes de que las vacas engordaran.
ResponderEliminarEn plenos años ochenta, en un restaurante de Santa Coloma (mucho... demasiado tiempo después), sus 9 hijos, su veintena de nietos y una centena más de personas entre nietos, bisnietos (y alguna generación más) y sus parejas. Celebramos una comida con su retrato de marco.
Aquel día conocí a mi abuela que había muerto un par de años antes de mi nacimiento.
Aunque me agobia mucho la gente, siempre me han encantado las reuniones familiares. Creo que aquel día acentuó esa sensación.
Un abrazo.