El duende de mi cocina
—Algún día también las tendrás— me decía cuando jugaba con ella y con mis pequeñas manos le alisaba las incipientes arrugas que se dibujaban en su frente. Ahora, cuando me veo en el espejo la recuerdo; aunque es en los olores de mi cocina donde muestra con más fuerza su presencia.
Ocurre de vez en cuando, la última ayer mientras preparaba un bizcocho. Casqué los huevos separando bien la clara de la yema, tal como ella me indicó en su momento, esta operación tan delicada es indispensable si se pretende un resultado atractivo. A los redondos y naranjas corazones se les agrega la raspadura de un limón, sometí al escogido a la tortura de frotar su piel contra la superficie metálica del rallador, y mi abuela se manifestó envuelta en la cítrica fragancia —No te compadezcas de él, recuerda que los limones no lloran porque guardan la rabia en el zumo—. A su manera, mi abuela explicaba mejor que nadie el porqué de cada cosa.
Una vez amasados todos los ingredientes dispuse la mezcla en un molde y lo introduje en el horno. Poco después el cierre de la puerta dejó escapar el cálido, esponjoso y dulce aroma del bizcocho. Imaginé a mi abuela portando aquella extraña cazuela de aluminio con un agujero en el centro, en la que ella confeccionaba su exquisito, ideal y perfecto pastel, con la ayuda de una sencilla cocina de gas que no contaba con horno. Siempre la vi como una maga de las cacerolas, una hechicera de los sabores, una pitonisa de los pucheros.
A veces me parece que vive entre las especias, oculta como un duende por el bote de los cominos, los granos de anís, la vainilla de los flanes y la canela en rama. A veces pienso que me posee y guisa a través de mi, a veces, quisiera traerla conmigo y charlar mientras cocinamos juntas.
* * *
Hola Ardilla.
ResponderEliminar¡Vaya horitas que se nos hacen por este mundo de los blogs! A punto de cerrar el mío, he visto que acababas de publicar ru participación y me he subido a tu árbol.
Me ha conmovido tu relato. Yo no tuve la suerte de conocer a ninguna de mis dos abuelas, y al leerte, me ha dado hasta un poco de envidia. Pero de la buena. Ha sido un placer leerte. Ya lo sabes. Me encanta como escribes.
Un abrazote.
Maat
Ardi, (repito mi comentario porque se me borró!)
ResponderEliminartambién yo recuerdo a mi abuela a partir de los aromas de la cocina!..e.sos recuerdos mágicos de la niñez suelen aflorar cuando menos lo pensamos!
Hermosos recuerdos aromáticos! gracias por compartirlos.
Un abrazo.
Hola Ardillita:
ResponderEliminarsegura estoy de que está contigo; no físicamente, no; pero en ti está, es, va contigo. Yo, hablaría con ella. Lo hago con mi madre y con mi abuela, grandes cocineras ¿sabes? Mi abuela, mi bisabuela y una tía abuela mía tenían un restaurante en Asturias. Tengo muchos recuerdos del trajín de aquella cocina. Pero a cocinar, aprendí con mamá. Bueno, más que a cocinar, a hacer pasteles (lo único que me interesaba hasta que me independicé). Y el bizcocho de mamá, el roscón, como lo llamaba ella, se parecía al de tu abuela. Con tu recuerdo has traído el recuerdo de mi madre haciendo ese roscón. A mí me gustaba con mucha raspadura de limón, a mamá no.
Un besito y gracias por esta ocasión para recordar con una sonrisa que aquí me brindas.
Mar
Precioso. Nuestras abuelas, siempre buenas cocineras, los olores nos hacen recordar a las personas queridas. Parece mentira lo importante que es el sentido del olfato.
ResponderEliminarUn abrazo
Bonito recuerdo, como siempre, bien condimentado de olores y sabores.
ResponderEliminarUn beso.
Seguro que la abu está escondida entre las especies y las cacerolas!
ResponderEliminarLas abuelas eran especialistas en sabores y dulces, siempre atentas a los pedidos de sus nietos además.
El dulce de higos de mi abuela es un recuerdo que llevo grabado en mi paladar y en mi corazón. No he vuelto a comer algo tan rico.
salu2
¡Evocador relato! Tierno y agradecido.
ResponderEliminarUn abrazo
Claro, quizás entre otros en la cocina se compartieron olores, sabores y formas de hacer y eso queda unido al recuerdo para siempre.
ResponderEliminarYo a la única abuela que conocí, la asocio con el hervido de patadas, nadie jamás, me las ha chafado, junto al resto de las verduras y convenientemmente aliñado, hasta convertirlo en un puré exquisito que hacían de aquel plato que cada noche fuera un festín.
Besos
Hola Ardilla
ResponderEliminarSeguro que tu abuela vive junto a tí escondida entre las especies, (¿no sería de ella la idea de la canela en las lentejas?)
Yo tengo presente a la mía cada vez que paso por un horno de pan, mi imaginación vuela al pequeño horno de la casa de mis abuelos donde hacían unas enormes y riquísimas hogazas de pan y unas rosquillas para chuparse los dedos.
Precioso relato
Un beso de Mar
Todavia tengo el privilegio de tener por suerte a mis abuelos tanto de un lado como del otro, me encanta que haga la comida una de ellas en especial porque tiene los mismos gusto que yo, me encantaria ser como ella, pero lo mio no es cocinar, vamos soy un desastre por mucho que lo intento y lo sigue haciendo, su nieta no nacio para la cocina..ja ja ja
ResponderEliminarMuy buen relato me hizo recordar mis cosillas con mi abuela.
Primavera
ardillita............ hoy te leo y parece que le estoy hablando a mi abuela¡¡¡ cada vez que cocino, que hago su torta, esa especial que ella tenia, siento quela tengo a mi lado, hay olores, sobre todo los de la cocina, que nos llevan a esto¡¡¡¡
ResponderEliminarme encanto de manera especial¡¡
un besote grande¡¡
Gracias, darlings
ResponderEliminarSiempre es un lujo y un placer recibiros en mi casa-blog.
Me encanta compartir los jueves con vosotras. Generalizo en femenino porque la mayoría sois chicas.
Abrazos varios.
Cuando la convoques me gustaría estar.... Has descripto a tu abuela de una forma que uno desearía siempre tener cerquita alguien que nos oriente así en la vida como en la cocina, todo tiene que ver con todo, y el tener una explicación para cada cosa, seguramente hacía fácil entener la vida!!!
ResponderEliminarPrecioso jueves, me ha encantado leerte especialmente hoy.
besotes
"A su manera, mi abuela explicaba mejor que nadie el porqué de cada cosa", mi abuela decía:
ResponderEliminarsi se deshacen es que tienen sed, échales vino, si están duros necesitan que los ablandes con harina...
no solo me ha parecido emotivo, está exquisitamente escrito, lleno de imágenes, de figuras literarias que envuelven el relato en un halo mágico, sabes, realismo mágico sudamericano, sip, a eso me sabe, me huele tu relato, siempre me ha encantado esa forma que tenía García Marquez, o Isabel Allende de contar las cosas, gratamente sorprendida con tu relato, me ha encantado... miles de besosssssssss.
Es como si hubieras pensado cada palabra para darle ese toque, como un cambio de estilo ¿o sólo es temporal? ¿un ejercicio?
ResponderEliminarMe has hecho pensar en las elecciones, un abrazo saltimbanqui desde mi mar de encinas.
Pues yo sólo conocía a una abuelita unos cuatro años. La atropellaron unos borrachos haciendo careras de motos. La llevaron a un hospital y las monjas, antes de avisar a mi madre, le robaron todas las pobres y pequeñas joyas que llevaba. Recuerdo a mi tía Anita peinándola un día y haciéndole un moño. Ya no recuerdo de ella nada más.
ResponderEliminarAbuelos no conocí a ninguno.
Me da pena.
Besos.
yo quiero uno ardillita esos viscochos caseros tan dulces esa elaboracion tan dulcemente elaborada con cada uno de sus ingredientes
ResponderEliminarsabes que tuviste la suerte de tener a tus abuelos al parecer, pues yo apenas los pude ver y nunca mas volvi a verlos
bessoos me haces recordar a todo
¡Ay, Ardillita, cuentas tan bien las cosas que por un momento he estado en tu cocina!
ResponderEliminarContigo, con la magia y los hechizos de tu abuela; y con los duendes de los sabores y olores... Mmmmmmm ;)
Me ha resultado entrañable, Ardi.
Eso de que los limones no lloran porque guardan su rabia en el zumo, me ha resultado delicioso...
Un beso.
PSD: Sigo copiona ;) esta vez me he adherido a los blogs de mi pueblo en SpaInfo...
A VECES, ARDILLA, DEJAS MARAVILLAS P0ETICAS AL FINAL, DESCRIPTIVAS AL PRINCIPI0, DUENDISTICAS DE P0R EL MEDI0 C0M0 ESTA...
ResponderEliminarA VECES...A VECES...H0Y CASI QUE TE DIRIA C0M0 SE SEPARA BIEN LA CLARA DE LA YEMA...
CASCAR EL HUEV0 C0N DELICADEZA.
VERTER EN UN V0L...¿ 0 ES B0L?
SI SE TRATARA DE VARI0S HUEV0S C0M0 ME TEM0 QUE ES EL CAS0 PARA HACER UN PASTEL, VERTERL0S T0D0S EN EL MISM0 B0L...¿ 0 ES V0L?...SIEMPRE PR0CURAR QUE N0 SE PARTA NIGUN0, QUE SI N0 LA LIAM0S...
LUEG0 METER MAN0 AL B0L...SE ESCRIBA C0M0 SE ESCRIBA. DEJAR QUE EL HUEV0 PASE DE MAN0 A MAN0, NTRE L0S DED0S RESBALAND0...LA CLARA SE IRA DSPEGAND0 TRANQUILAMENTE...
MI BES0S, BRUJA DE LA C0CINA.
Que ternura... "oculta como un duende por el bote de los cominos"
ResponderEliminar¿Sabes? cuando alguien me pregunta a que me dedico, yo respondo que soy -licenciada en cacerolas- asi podras entender como adoro la cocina y la magia de los olores, los sabores...
Precioso.
Un beso
Decía Santa Teresa que Dios también anda entre pucheros. Dios no sé, pero en tus pucheros seguro que se nota y mucho la presencia de tu abuela.
ResponderEliminarPreciosa evocación has hecho, Ardilla, de esa persona que describes entrañable, cercana, única para tí.
Mis abuelos murieron siendo yo muy chico y no tuve la dicha de disfrutar de su compañía apenas.
Un abrazo.
Ardillita, aquí me tienes, vengo tarde y de lejos a tu cita, disculpas.
ResponderEliminarLa tienes en tu corazón a la duendecilla de los fogones, te inspira y te reprende cuando no rallas bien ese limón oloroso. Sabia creadora de sabores e intuiciones, un tesoro que nos ofreces fresco y sabroso, impregnado de cariño y dulzor.
Ha sido muy placentero y hermoso, Ardillita. Bsitooos.
Hola Ardillita
ResponderEliminarLos recuerdo de las abuelas son especiales, ellas nos enseñan ternura y en la cocina muchas más, porque como ellas ningunas son únicas, y si puede que este entre las especias y en nuestro corazón.
Hermoso relato.
Besos, hasta pronto.