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Los iones desprendidos de los relámpagos se mezclaban con el olor de la tierra mojada y los collares de perlas de lluvia colgados en las moreras de la plaza, dejaban caer sus cuentas una tras otra en el suelo. Llevaba un rato deambulando por las calles, no quería volver a casa. Cada vez resultaba más difícil el reencuentro con la soledad compartida de mi mal llamado hogar.
Me fijé en un diminuto riachuelo formado en el asfalto y por pura inercia lo seguí; por el borde de la acera, calle abajo, hasta verlo precipitarse por el sumidero de una alcantarilla. Descendí hasta llegar al puente colgante sobre el río. Venía bastante crecido con las nubes de la últimos días; arrastraba consigo ramas y viejos troncos que a toda velocidad pasaban bajo mis pies. Absorto en los remolinos que formaba el agua con el lodo, mi cabeza daba vueltas: ¾¿Si saltara, a qué distancia encontrarían mi cuerpo? ¿Flotaría como esos maderos retorcidos? ¾ Lo cierto es que daba igual. Nada importaba ya. Los números no engañaban. Tras años de lucha por mantener mi puesto de trabajo, estaba todo perdido; la empresa, mi futuro, mi juventud… No tenía más que subir a la barandilla y dar un paso al frente. De repente, el teléfono móvil vibró en mi bolsillo suavizando el centrigufado de negras ideas que sacudían mi cerebro. Era un mensaje de Clara:
“Hace mucho tiempo que no sé nada de ti.
¿Estás bien? Te echo de menos :-**********”
Conocí a Clara un par de años atrás en un viaje de trabajo a Bruselas. Una mujer sin artificios, de belleza sutil, tan transparente como su nombre y un soplo de aire fresco para mi exiliado corazón. Conectamos enseguida y pasamos una velada deliciosa. Al despedirnos nos dimos nuestros números. Una relación en la distancia no es ideal; pero mantener el contacto nos ayudaba a soportar mejor la soledad. La llamaba de vez en cuando y nos escribíamos largas cartas; pero enseguida llegó la crisis y comenzó la pesadilla, mi contienda, mi cruz; el principio del final. Me centré por completo en el trabajo y aunque no de manera consciente, poco a poco me distancié de Clara. Dejé de escribirle, de llamarla y raramente contestaba a sus mensajes; no es grata compañía quien sólo comparte malos humores y problemas. Lo último que esperaba aquella tarde en el puente es que me recordara.
Su rosario de besos postizos acarició mi alma, templó mi espíritu, me sosegó. Me recordó que un partido no se acaba hasta que pita el árbitro y yo seguía vivo, de alguna forma aún la tenía a ella; continuaría jugando. Me alejé a toda prisa de allí y encaminé mis pasos hacia casa, dispuesto a poner fin a la opereta en la que se había convertido mi vida. Sería absurdo fingir por más tiempo, a la postre, Inés se casó con mi cartera y yo dejé de amarla hacía tiempo.
Según la teoría del caos, si una mariposa bate sus alas en Nueva York puede provocar un tsunami en Australia. En este caso la mariposa tenía nombre propio. Si Clara envía ese mensaje unos segundos más tarde, o se equivoca al marcar, tal vez ahora estaría acompañando a los peces en el fondo del río y no escribiendo esta experiencia bajo el cerezo de su jardín.
Es el destino de cada uno..decisiones tomadas,que por segundos hubiesen cambiado su vida.
ResponderEliminarMuy bueno Ardi...hasta el lunes.
Morgana.
Precioso!...con que maestría nos pintas ese lugar, esa tristeza, esos pensamientos!...el juego del azar, el aleteo de la mariposa, logra hacer milagros!
ResponderEliminarMe encantó!
Abrazos!
Hola Ardilla.
ResponderEliminarEs un verdadero placer deslizarse por tus letras y vivir cada una de las sensaciones que a través de ellas se desprenden. Un relato encantador con una estética espléndida.
Un fuerte abrazo.
Maat
Si hay una soledad dificil de soportar es la soledad compartida con alguien que no amas, pero que te tiene atrapada en su tela de araña.
ResponderEliminarHace falta un angel, en este caso llamado Clara, para sacarnos de nuestras peores pesadillas y devolvernos la ilusión por vivir.
Un besito
Ardillita, magnífico, in extremis, esperamos ese mensaje, esa persona antes de...Lo cierto es que apreciaba gotas resbalando de la morera, no estaba a punto, aún no, y llegó ese mensaje, la mariposa sin catastrofes, íntima.
ResponderEliminarSoledad rota a base de algo tan inesperado. Una maravilla. Bsitos.
Hola Ardilla, puies estoy totalmente de acuerdo con tu personaje de que no es grata compañia, quien ...
ResponderEliminarUn beso
´ el lio de Abi
Me quedo con "los collares de perlas de lluvia colgados en las moreras de la plaza ... " que me trajo un recuerdo lejano.
ResponderEliminarA veces una palabra basta para rescatarnos (o hundirnos). Siempre me acuerdo de un pasaje del libro Los árboles mueren de pie: en el momento en que la protagonista se está por suicidar le tiran por la ventana un ramo de rosas con una tarjeta que dice "¡mañana!" y eso solo la disuade.
Hermoso texto el tuyo
saludos
Me he embobado leyendo la descripción de la tormenta, del rio que arrastra todo a su paso, porqué no su soledad, su tristeza, y he sonreído al verlo sentado debajo del árbol en el jardín de Clara, a veces nos cuesta tanto deshacernos de la soledad con lo simple que puede ser a veces...
ResponderEliminarMe ha encantado el relato con final feliz, como te gustan, ehhhh!!!, jajaja, miles de besosssssss.
Mejor, desde luego una palabra, si es que he necesitado hálito. También la imagen de las gentes transeuntes, me puede servir de apoyo en un momento dado. Una señal de amor divina, si acaso, de que la belleza en todo existe.
ResponderEliminarHubo que haber rezado previamente mucho, entonces.
Pedir con mucha antelaciòn a Dios. ¡En los malos momentos, hazte presencia intensa!
Ese símil futbolero, por lo demás, a mí me ha parecido muy oportuno.
Tésalo
Precioso y magistral relato Ardilla.
ResponderEliminarUna de las peores formas de soledad es la que provoca una con-vivencia desprovista de todos los sentimientos que le dan sentido. Puede ser un infierno en vida.
Un segundo, un puente tendido en el momento oportuno, nos puede cambiar la vida por completo.
Un abrazo.
Menos mal que decias que estabas seca...jaja, No se que hubiera sido en caso contrario.
ResponderEliminarPor desgracia he compartido muchas de esas soledades, aunque nunca tan magistralmente relatadas, sí muy sentidas por provenir de los propios actores y todos concluyen como tu. In instante, na idea, un recuerdo, una imagen...un mensaje les distrae de es ainmensa soledad y corazón vuelve a saltar de jubilo por volver a la vida.
Me encanto tu relato
Me gusta la forma en que has relatado la historia. Pienso que en la vida todo depende de un segundo. Dos cosas han de suceder y que coincidan depende de un segundo. Si una se adelanta, o la otra se atrasa, ya no coincidirán y todo cambiará.
ResponderEliminarA eso lo llamo yo el destino.
Un abrazo.
Hola, mi querida Ardillita:
ResponderEliminarPoco a poco voy templando también mi ánimo, como esta primavera que ya calienta lo suyo :).
Me ha gustado mucho volver a leer una historia tuya, pues siempre (me pasa igual con Susana) consigues emocionarme hasta las trancas...
¡Aunque sea sólo un recuerdo...tiene tanto valor que una persona nos evoque y nos lo haga saber...!
Besos (verdaderamente me sentí "caresser" ayer con tus palabras :)
Dos soledades esparcidas hacia el espacio del caos,encuentran por simple azar en el justo momento un punto de interseccion.
ResponderEliminarAprovechadlo!!
cariños
Quizá es que las coincidencias existen, o quizá que, como habían conectado tan bien desde el principio, ella tuvo la corazonada de enviarle ese mensaje justo en "ese" momento. De cualquier modo, bonita historia, con bonito final, para variar (está resultado un jueves triste, y me confieso culpable por mi relato).
ResponderEliminarUn beso.
Que bien dibujada esta soledad, al parecer insoportable, y de dramáticas consecuencias, Suceden, te aseguro que suceden.
ResponderEliminarHay que ejercitarse mucho en ser Clara, por lo que pueda evitar (aún sin saberlo)
Besos y por favor Ardi, que tienes el rio cerca.
A veces es así. el destino pende de un sutil hilo, de un segundo fugaz, un aleteo de mariposa y la realidad se transforma.
ResponderEliminarBonita la descripción que envuelve la soledad del protagonista
Me has puesto los "pelos de gallina", como dijo una señora en el super el otro día. Todo el día quiero mandar un mensaje a un amigo que ayer pasó una mala tarde de soledad y todavía no lo he hecho. Así que allá voy. Gracias por este relato.
ResponderEliminarUn capazo lleno de besos.
Gracias darlings, por vuestras palabras. Sois todos muy amables.
ResponderEliminarQue nadie se alarme. Ni yo, ni nadie de mi entorno más cercano ha pensado nunca en saltar al río.
Este relato es pura ficción; aunque si está inspirado en un caso real. La madre de un compañero de mi hijo. Se deprimió al descubrir la infidelidad de su marido y no lo superó. Saltó desde este puente
"...una palabra entonces, una sonrisa basta/ y estoy alegre, alegre, de que no sea cierto"
ResponderEliminarMe hiciste recordar a Neruda, mujer.
Qué bella historia.
Apapachos fuertes y felices de volverte a leer
Estamos rodeados de tanto azar y tantas mariposas pueden estar aleteando en este momento. Quiero estar atenta a las señales o mejor me dejo fluir, a veces todo escrito está.
ResponderEliminarMuy grato leerte siempre.
Un abrazo.
Los azares de la vida, que aunque no lo parezca, siempre nos son más favorables de lo que pueden aparentar. Imagino como acabarían muchas de estas historias años atrás, cuando la tecnología todavía no existía y menos esos mensajes salvadores. :)
ResponderEliminarBesosss
ARDILLA..MIRA, E FIN DE SEMANA PASAD0 B0RRE A T0D0 DI0S DE MI PC...P0R SUPUEST0, C0M0 SERA TU CAS0, QUE MUCHA DE ESA GENTE ES S0L0 UN N0MBRE, PER0 HAY 0TRAS QUE N0...QUE S0N MIS, A ESTAS ALTURAS, MAISTADES...(PERD0NA ESTAS FALTAS, PER0 N0 QUIER0 C0RREGIR)...ME SENTIA VACI0, S0L0...Y LA PAGUE EN UN ARREVAT0 C0N MI PC...
ResponderEliminarES DECIR, HASTA ESA GENTE AMIGA DE PC...ES AMIGA...ES ESE BATIR DE ALAS EN N. Y0RK...DEBID0 A MI TRABAJ0 Y AMI GENTE DE PC, EST0Y A LAS MIL MARAVILLAS H0Y
BES0S.