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lunes, 30 de marzo de 2009

Memorias de una lenteja


Todo comenzó cuando Pedro, el niño que vive en esta casa, tuvo que hacer un experimento con legumbres. Pudo haber elegido judías, o garbanzos; pero el destino quiso que cogiese el tarro de lentejas en el que yo estaba. Unas cayeron sobre una camita de algodón húmedo, dentro de un vaso que quedó junto a la ventana. Otras tuvimos peor suerte y fuimos a parar a la puerta de la nevera. Para ver la diferencia, le dijo el crío a su madre. 

Las primeras horas fueron duras, pero algo en mi corazón de lenteja, me decía que no debía rendirme, que en algún momento vendría Pedro a sacarnos y todo terminaría bien. De morir, quería hacerlo dignamente, en una olla, e inundada de grasa de chorizo como correspondía a una legumbre como yo. Mis compañeras no resistieron la primera noche y perecieron tiritando, pero yo debo ser de una rara especie, porque incluso logré germinar. 

En las horas transcurridas en la oscuridad de la nevera, fui testigo de algo, que por increíble que parezca no deja de ser cierto. Al principio lo tomé por un delirio, pero enseguida me di cuenta de que las voces que escuchaba no estaban sólo en mi mente. Con claridad distinguí dos mandarinas hablando entre ellas, y más tarde se sumaron las de otros inquilinos de aquel  frío habitáculo.
-Míralo, decía la más pequeña, se cree alguien por tener esa forma tan masculina. 
-Es cierto, nuestras redondeces gustan a todo el mundo, apostilló la más madura. 
-¡Inocentes! ¿Es que no habéis visto mi tamaño?, intervino rimbombante un pomelo solitario. 
-Tú eres un amargado y vosotras unas envidiosas. Nosotras tenemos zumo, dulzura chispeante y el tamaño perfecto. Nadie puede negarlo ¡somos las reinas del frutero! sentenció muy segura de si misma una naranja.
-Pero qué ilusas sois todas, mis formas sinuosas son mucho más bonitas, dijo una pera pavoneándose entre ellas.

Nunca imaginé que sentiría compasión de un plátano. El pobre no entendía que lo hubiesen dejado entre esas vanidosas y egocéntricas locas, en el frío de la nevera. Y sin saber rezar, ambos rogábamos para que se abriese pronto la puerta. 
Los cuchicheos de las mandarinas no cesaban y la discusión entre la naranja y el pomelo iba en aumento. Un par de tomates que descansaban prudentes en un estante, no pudieron callar más y rojos de rabia gritaron: ¡¡Igualdad, igualdad... nosotros, también somos frutas!!   El frío y las voces ácidas de sus vecinas ponían al plátano cada vez más negro y un puñado de ciruelas que yacían en un cuenco, con un temblor verdoso, tiritaban asustadas temiendo su muerte. Por fin, se abrió la puerta de la nevera y se hizo el silencio.

 La vida puede ser dura, pero a veces ocurren milagros. A la madre de Pedro le emocionó tanto ver mi germen, que me enterró en una maceta . Ahora vivo transformada en planta de lenteja en una cornisa  bañada de sol.  De las frutas de la nevera, no supe nada más. 
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28 comentarios:

  1. una preciosidad de relato, y es que la vida en la nevera cuando se disputan el reinado puede llegar a ser muy dura... enhorabuena por tu conduccion del bus de los sabados lo hiciste muy bien... a por otro sabado y a ver quien se hace cargo si mercedes no vuelve

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  2. Jopetas Ardi..me encantaría estar en tu nevera para escuchar las conversaciones .Eres especial contando este tipo de relatos,de veras.
    Un besazo

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  3. juas que bueno!!!
    SALUDOS DESDE EL ACJÓN de la nevera ,jajaja que monada ardi me ha encantado!!
    BESOS

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  4. Jo, Ardilla: Yo que creía tenerlo todo controlado en casa...
    A partir de mi próxima compra, depositaré mis perecederos por parejas en la nevera. Para que por lo menos, se lo pasen bien mientras me esperan allá dentro.

    Que ideas...

    ¿El lumbago, bien?

    Un abrazo (no perecedero)

    Maat

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  5. Hola Ardi,
    Oeee, oeeee, oeeee ¡¡Qué historia tan bonita!!. Me he sentido una niña "escuchándote" e imaginando algo que "sospechaba" cuando era una cría.
    Un relato lindísimo, sí señora.
    Pero ¡¡qué bonito "cuentas" las cosas!!
    Un abrazote enorme, de corazón.

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  6. ya estoy aqui otra vez jeje
    en mi blog hay una cosa para ty en la morada de la luna

    jeje

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  7. eins? y el blog de juanmanuel?
    ha desaparecido??
    no lo encuentro para avisarle ..

    ainssssss

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  8. Este disparate es fruto de un ejercicio del taller.

    Gracias por vuestros comentarios.

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  9. Recuerdo muy bien mis experiencias con porotos, garbanzos ya rvejas...lentejas creo que nunca intnté...peroesacrueldad de ponerlas ne la heladera, jejeje creo que nunca me pidieron hacerlo!! jajjaj


    Un abrazo Ardilla!!

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  10. Gracias a eta lenteja me he enterado de lo que sucede en las neveras :)
    Qué grandes maravillas sabes hacer con una cosa tan pequeñita!
    Un abrazo y buena semana.

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  11. Un precioso relato. Vaya movida tenían las frutas, no quiero ni pensar que hubiesen intervenido también otros alimentos y bebidas.
    ¡Bien por la lenteja!

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  12. Que bonita historia; tus peques deben estar encantados contigo si les cuentan cosas tan preciosas.

    Un abrazo desde Malaga.
    Annick.

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  13. ¡Pero qué historia tan original! Caray con el ejercicio del taller. ¡Te ha quedado delicioso, ardilla!

    Un besote

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  14. Leyendo tus Memorias de una Lenteja, me ha venido a la memoria cuando era niño y me sentaba junto a mi madre a limpiar las lentejas que venian entonces con piedrecitas y formaba figuras con ellas.
    Un beso enorme.

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  15. Bonita historia con un final feliz: convertirte en una plantita, junto al sol, con cuidados y mimos. Mira que Pedrito, se merece un buen tirón de orejas, por dejarte solita en la nevera, con el frio que hace....
    precioso.

    besos.

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  16. Neo, Aire, Milagros, Annick, Susana, Abi.E y Estela: Muchas gracias por vuestros comentarios, sois muy amables.

    Gladiador, también gracias por tu no comentario.
    Creo que algo hay algo de lo que te dije, que no entendiste, pero no será aquí donde te lo explique.

    Un abrazo a tod@s

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  17. Un relato precioso con un frondoso final.
    Mira Ardillita, has hecho uns conversación muy amena con todos los ocupentes del frigo.
    Un buen ejercicio imaginativo.
    Un beso

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  18. ¡Qué bonito ardilla! el hacer hablar a los objetos. Segura que si tuvieran voz nos dirían todas estas cosas.
    Por cierto te he dejado dos premios en mi blog.
    Un abrazo

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  19. ARDI, TIENE TU SELLO JEJEJ QUE LINDO RELATO
    ESO LES PASA A LAS FRUTAS Y VERDURAS POR CRITICAR, VISTE?? ASI ES EN LA VIDA REAL, CUANDO MENOS TE LO ESPERAS, LA SUERTE VINO DEL OTRO LADO¡¡¡
    ME ENCANTO ¡¡¡¡ Y HASTA ME DIO HAMBRE JEJEJEJ
    BESOTE

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  20. Precioso relato, felicidades.
    Besito de lentejita muuuaaakkk

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  21. Celia, Carmen, y Silvia. Muchas gracias por vuestros comentarios

    MarianGardi, encantada de conocerte. Bienvenida al árbol de Ardilla Roja.

    Me alegra que os guste este sinsentido. Me lo he pasado muy bien imaginando a los tomates con pancartas jajaja. Muchas gracias a tod@s.

    Un abrazo fuerte

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  22. Mecachis¡ que cuento me iba a perder. Es muy bueno, se lo contaré a mis niñas , ya se me estaba acabando el tintero de los cuentos para comer. ¿Que hacemos el Sabado Ardillita? Un saludo.

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  23. Ardi, me morí de ternura con este relato! Ya veía a la pobre lenteja aterrada dentro de la heladera escuchando las conversaciones de las frutas! Pobre banana entre todas esas frutas arpías!
    El final me alivió, que mejor destino que convertirse en una planta de lenteja y vivir en la ventana?
    Que imaginación! Me saco el sombrero.
    un abrazote

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  24. verdaderamente y con cariño..eres una ardilla, una buena ardilla.

    Besos.

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  25. Muy bueno Ardi, ya había leído una parte, creo que así se queda más redondo. Mis felicitaciones.

    Un beso

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  26. Otro relato maravilloso. Cada vez que me paso por aquí me encuentro otra sorpresa.

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  27. Hola, Ardilla, jajajajaja, ¡qué bueno! Me ha encantado, y la frase final "de las frutas de la nevera ya no supe nada más", jajajaj, buenísimo. Muy, muy ingenioso, una maravilla de relato. Gracias por hacérmelo llegar, iba a pasarme por el blog para buscarlo, pero así es más fácil, jeje.
    Un abrazo. :)

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    Respuestas
    1. De nada, Merche. Ha sido un placer.
      Me alegro mucho de que te haya gustado.

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